Ser rockero joven en un país donde la cultura rock deja que desear lleva a uno a buscarse la vida. Así, mientras en otros países quizá este disco me sería familiar, al menos de oídas, desde hace tiempo, el tiempo me lo reservo como una pequeña joya por descubrir. Más concretamente no me interesé por Bad Company hasta que se anunció que Paul Rodgers iba a hacer una gira con Queen como cantante, y como fan de Queen me vi obligado a comprar si ese tipo iba a estar a la altura. Al final no pude ir a verles, pero al menos descubrí este disco.
Bad Company surge de la unión de Paul Rodgers y el batería Simon Kirke, ambos de Free, junto con Mick Ralphs de Mott The Hoople a la guitarra y el difunto Boz Burrell, que venía de King Crimson como bajista. Este supergrupo parece tenerlas muy claras desde el principio: rock duro, con altísimo componente blues. Si a esto le sumamos lo competentes que eran los músicos, sus grupos precedentes y lo perfectamente adecuada que es la negrísima voz de Paul, dificil sería que la cosa fallara. Y no falla.
Con una canción como "Can't get enough" lo cierto es que sobran las palabras. No es la mejor del disco, pues este es uno de esos discos tan bien compensados que ningun tema destaca especialmente, pero sí es el más clarísimo single del disco. El riff está reciclado de un viejo tema de Mott The Hoople, "One of the boys" pero... ¿a quién le importa? Es una de esas canciones que, simplemente, tenían que existir tal y como son y que ese riff ya se hubiera escrito antes no debería ser un problema. No es el único recuerdo de Mott The Hoople que encontramos aquí, sino que tenemos también una versión en plan balada de aquel "Ready for love" aparecido en aquel "All the young dudes". Mucho mejor que la original, tiene mejor sonido y la voz de Paul parece nacida para cantar este tema.
La balada de aires soul "Don't let me down" es otro de los momentos cumbres del disco, gracias a una perfecta utilización de coros femeninos que complementan a la voz de Paul, que suena más emotiva que nunca. Y podría seguir, destacando la energía de "Rock steady", la stoniana "Movin' on" y deshacerme en reiterativos elogios. Porque soy incapaz de encontrar un punto malo al disco. El sonido es homogéneo, pero aún así es notable la variedad de un tema a otro. No hay lugar para lo genérico ni lo gris, cada melodía, cada riff tiene identidad propia y cada nota que canta Paul suena con una convicción apabullante. Por no hablar de la canción que da nombre al disco y al grupo. En sus estrofas consigue una brutal atmósfera oscura, por momentos casi psicodélica, y cuando llega el estribillo, es posiblemente el mejor momento del disco, todo un himno y una declaración de intenciones. Sí, alcanza a que la destaque como mejor tema del disco. Otra que sí me gustaría destacar es la última canción, "Seagull". Desentona totalmente con el resto del disco por tratarse de una balada acústica muy simple. La voz de Paul es la que lo llena todo, y suena maravillosamente etérea, incluso espiritual y la melodía en general es tan redonda que no me importaría si todo el disco fuera así.
"Bad Company" es un disco sublime de principio a fin. Todo un manual de como rockear con clase, de como sonar contundente y de como impregnar de feeling hasta la última nota. Imprescindible.
3 comentarios:
Estupenda reseña que contiene una apreciación que es el eje de mi opinión sobre este disco: no tiene ningún momento gris.
Dark.
Un clasico sin duda, de principio a fin con temas muy parejos y de gran calidad, para disfrutar en cualquier momento.
Excelente debut. Pero yo prefiero al Paul Rodgers de Free. Se nota que Paul Rodgers se estaba empapando de Soul (algo que no había en los Free) para pegar con fuerza en el mercado americano. Nada que objetar, pero se dejó en el camino el modo tan desgarrado de cantar que exibía en sus primeros trabajos con Free. Siempre que escucho éste Lp, tengo que oír a continuación su segundo trabajo; y luego el Runnin' With the pack. Son fantásticos.
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