Mostrando entradas con la etiqueta Heavy metal. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Heavy metal. Mostrar todas las entradas

sábado, 3 de mayo de 2008

QUEEN - Queen (1973)



Hablar de Queen a estas alturas podría parecer que está de más. Pero como yo hago este blog para entretenerme y no para aportar nada trascendente e innovador al mundo, me da igual.

Tonterías aparte, adoro a Queen, es de mis grupos favoritos, y los veo claramente entre los más grandes. La razón principal son sus cinco primeros discos. Cinco discos impresionantes entre los que veo imposible encontrar un solo momento flojo. (Aviso para lectores: me sé esos discos de memoria. Que ahora me listéis todos los momentos que consideráis flojos en esos discos no va a provocar una reacción tal que "Oh, vaya, ¡cómo pude haberlo olvidado!".)

Queen comienzan a ser verdaderamente célebres a partir de su tercer disco "Sheer heart attack", que de hecho es mi disco favorito de todos los tiempos, pero sus dos primeros, injustamente olvidados incluso por la propia banda, son igualmente impresionantes. En esta ocasión hablaré de su debut, el cual es con seguridad uno de los cinco mejores discos de hard rock de los setenta. Es un disco potente, inspirado en grupos como Led Zeppelin o Black Sabbath, pero que al mismo tiempo tiene ya la base de todo lo que serían Queen: sus armonías vocales, sus tintes pomposos, su extraña épica...

Una de las singularidades de este disco son los temas de Freddie Mercury. En los discos posteriores sus temas serían los más extraños, y al mismo tiempo los más ligeros, normalmente, creando la carismática dualidad con los temas rockeros compuestos por Brian May. Pero si uno escucha este disco sin saber nada más del resto de la discografía de Queen, puede pensar perfectamente que Freddie iba camino de convertirse en uno de los mayores iconos del heavy de los setenta. De cinco temas que aporta, tres de ellos están entre lo más duro que ha hecho Queen, y al contrario de lo que sería habitual más adelante, se mantiene más alejado del piano.

El tema que abre el disco, "Keep yourself alive", de May, fue el mayor single del grupo, y un tema muy olvidado, con madera para ser uno de los grandes himnos de Queen. Es un tema rockero y pegadizo que resume muchas de las características de Queen, y que seguramente, de haber salido unos años más tarde, con la banda ya consolidada, hubiera sido un impresionante éxito. Aquí ya podemos apreciar además los famosos efectos de guitarra de May duran el solo, que le valieron para ganarse la acusación de abusar del estudio y no saber reproducir eso en directo, cosa que supo desmentir por méritos propios. "Doing all right" es otro tema de May, única canción de Queen resto de la época en la que estos se llamaban Smile, antes de la entrada de Mercury y Deacon en el grupo. Una maravillosa balada con tremendas partes rockeras.

El primer tema de Mercury, "Great King Rat", es alucinante. Es una canción potentísima, muy épica, donde Mercury la descose cantando, apoyada en un increíble ritmo cabalgante de Roger Taylor (que en este disco posiblemente hace su mejor trabajo de batería, muy muy bueno). Sigue otro de Mercury, "My fairy king", una canción que rompe totalmente la tónica del disco, y no sólo eso, sino que anticipa en lo que se convertiría Queen. Un tema complejo, pomposo, lleno de doblados de voces, falsetes, punteos imposibles de guitarra y el piano de Freddie dirigiendo la canción. Me lo imagino mostrando el tema ante la atónita mirada de sus compañeros, porque la verdad es que no me resulta imaginar un tema anterior que suene parecido a este. Y viene otra canción más de Freddie, la mejor del disco, y seguramente una de las cinco mejores de Queen: "Liar". IMPRESIONANTE. Un tema largo, complejo, rico en matices, donde los cuatro miembros están impecables. El riff es uno de los más memorables de la historia del rock duro, cada melodía vocal de Mercury es impecable, la base rítmica arrasa con todo... es un tema increíble. Resulta doloroso que nunca se recuerde a Queen por su faceta de rock duro, cuando si se lo proponían podían parir temas que cualquier grupo de ese estilo mataría por componer.

May nos ofrece "The night comes down", una adorable balada que alterna momentos algo frenéticos y oscuros (el inicio y el final) con partes muy melosas cantadas dulcemente por Freddie. Un tema que me encanta, de esas canciones que nadie parece recordar nunca que tanto abundan en los primeros discos de Queen. "Modern times rock'n'roll" es un tema compuesto y cantado por Roger Taylor. Siempre se ha dicho que era Taylor el que aportaba el peor tema con diferencia del disco, y no estoy de acuerdo. Aunque aquí es el tema menos interesante, no deja de ser un temazo, corto, frenético, y que aporta variedad al LP. Otra de May, su última aportación al disco, es "Son and daughter", un rock lento y pesado, muy en la onda de Black Sabbath, pero con el sello de Queen en el estribillo: "I want you! To be a woman...". Freddie canta de manera atípica en él, rasgando muy bien la voz, como un verdadero bluesman. "Jesus" es un tema compuesto por Freddie, aunque de cristiano no tenía nada. Una de las composiciones más bizarras del hard rock, con una estrofa poderosa, con riffs cortantes, y un estribillo melódico con maravillosa armonías que se acopla muy bien sobre el mismo ritmo, amén (nunca mejor dicho) de un break instrumental en la parte central donde la banda se lanza a una furiosa jam guitarrera. Cierra con la miniinstrumental "Seven seas of Rhye", que Mercury mejoraría para el siguiente disco, convirtiéndola en el primer hit de Queen, pero que aquí no pasa de ser un cierre simpático de disco, que me recuerda mucho a la intro de "Pinball wizard" de The Who.

La historia de Queen a partir de su segundo disco sería más conocida y por tanto este disco es más interesante de reivindicar. Si bien no son pocos los fans que tienen este "Queen" (no me gusta llamarlo "Queen I"... coje el CD y míralo bien... ¿acaso se llama así?) en alta estima, hay un sector al que este disco debería llegar sin falta. El fan del rock duro y potente que dice no gustarle Queen por lo que ha oído de ellos. Es muy probable que no haya oído este disco en concreto y pueda sorprenderle muchísimo.


viernes, 2 de mayo de 2008

FLOWER TRAVELLIN' BAND - Satori (1971)



Imaginen a cuatro japoneses que deciden emular a Black Sabbath pero con un estilo mucho más psicodélico y tendrán a Flower Travellin’ Band.

Se formaron a finales de los años 60 bajo el nombre de The Flowers, pero pronto harían un cambio de cantante y se rebautizarían como Flower Travellin’ Band. En sus primeros discos se dedicarían principalmente a versiones de grupos de rock occidentales del momento que constituían sus principales influencias como Cream, The Jimi Hendrix Experience, King Crimson y Black Sabbath. Para su tercer disco, “Satori”, se atrevieron a incluir únicamente material propio y crearían su obra más mítica y emblemática.

Aunque el sonido de Flower Travellin’ Band está obviamente muy marcado por grupos occidentales como los ya mencionados, en “Satori” adquieren un estilo propio que los hace difícil de clasificar. Tienen un sonido que remite al hard-rock de la época con tintes muy psicodélicos pero pasando por el filtro de la cultura japonesa (en especial en la interpretación vocal de Joe Yamanaka en más de un tema). Los temas no tienen título, sino que simplemente se dividen en partes con el nombre del disco, lo cual ya da la idea de que no es tanto una obra de canciones sueltas como de varios pasajes musicales muy relacionados entre sí. En general no siguen la estructura típica de una canción de rock sino que más bien van dando paso a diferentes riffs y temas musicales que acaban desembocando casi siempre en largos y oscuros pasajes instrumentales.

El tema que más cerca está de ser algo convencional es el que abre el disco con un potente grito al que le sigue un grandísimo riff que podría colar perfectamente como uno de Tony Iommi. Este “Satori Part 1” es el tema más corto y directo, lo más cercano que podrían tener a un single de éxito en occidente.
En “Satori Part 2” la cosa ya cambia. El riff del tema ya tiene un sonido mucho más oriental y es acompañado por una potente sección rítmica casi tribal. Pasamos ya a un sonido más psicodélico que heavy metal y los segmentos instrumentales se alargan. Eso no es nada, en el siguiente tema esto irá a más.
“Satori Part 3” es para mi gusto uno de los mejores momentos del disco y también uno de los más oscuros. La guitarra de Hideki Ishima toma el control del tema creando una melodía que me recuerda a los gritos de Yamanaka en temas anteriores y que le da ese extraño sonido misterioso y con tintes orientales. Aquí no hay voces ni hacen falta, todo el tema se edifica solo en esas magníficas progresiones instrumentales que acaban desembocando en un clímax frenético.
Llegamos a “Satori Part 4”, que es para mí el otro momento más “normal” del disco (sin que eso sea peyorativo) o, en otras palabras, donde se les va menos la cabeza. De nuevo vuelven a construir un riff muy molón aunque mucho menos oscuro que los anteriores y una melodía que es hasta pegadiza pese a su simplicidad. A continuación pasan a una larga parte instrumental en que se va repitiendo el riff mientras Yamanaka toca la armónica y se alternan algunos solos de guitarra. El momento más bluesero del disco.
Para acabar, “Satori Part 5” vuelve al tono oscuro habitual del disco con esos gritos-lamentaciones que, junto al tono de la música, le dan una ambientación especialmente siniestra muy bien conseguida.

“Satori” es un disco que tiene un sonido y una ambientación especial, no sabría decir si por la influencia oriental o por la banda en sí (o seguramente por un poco de ambas). En todo caso es un ejemplo de cómo no debemos olvidarnos de que en Oriente también se hace buen rock, y en ocasiones con discos tan buenos como éste, que seguro que de haber tenido renombre en occidente habría sorprendido a muchos (como está pasando estos últimos años en que ha sido reeditado y descubierto en esta parte del mundo dejándonos boquiabiertos... aunque sea más de 30 años después).

martes, 25 de marzo de 2008

ÑU - Cuentos de ayer y de hoy (1978)



Haz la prueba... vete a cualquier foro de heavy metal, o de rock progresivo y pregunta por los inicios del metal progresivo. Muchos mencionarán a Dream Theater, y no faltará quien mencione a otros como los olvidados Fates Warning. A lo sumo te mencionarán algún otro disco muy anterior, que puede haber influenciado, pero que no acaba de ser metal progresivo. Y ya está. Nunca te mencionan este disco. Y sí, este disco es metal progresivo en estado puro. Metal por sus riffs, por el sonido de guitarra y por la manera de cantar, progresivo no porque simplemente sea intrincado, sino porque las composiciones están realmente cerca del estilo de los grupos clásicos del estilo. "Cuentos de ayer y de hoy" es sin duda un disco adelantado a su género, y por más que pase el tiempo, no acaba de llegar nunca la reivindicación que muchos discos de tal característica acaban logrando.

Ñu con los años se convirtieron en clásicos del rock duro español de los 80. Su fórmula podía variar, desde el hard ochentero de laca y cardado hasta el heavy más clásico, pasando por el folk medieval, pero casi siempre manteniendo una base de rock duro. A esto se sumaba un rasgo crucial: José Carlos Molina, cantante, compositor y único miembro del grupo que se ha mantenido disco tras disco (a veces llegaba a cambiarse la formación completa menos él de un disco para otro) tocaba además la flauta, al más puro estilo de Ian Anderson (Jethro Tull), lo que se convirtió en uno de los rasgos principales del grupo.

Pero lo curioso es que la discografía del grupo empieza con "Profecía", donde la flauta no aparece. Arranca el disco a todo trapo con un brutal riff de violín a manos de Jean François André, que estaría en Ñu durante sus dos primeros discos. Aquí ya podemos apreciar gran parte del estilo del disco: los riffs de guitarra son muy agresivos y durante los solos adquieren un tono muy afilado con cierto regusto bluesero. El bajo además está muy marcado (¡como a mi me gusta!) y se aprecia la herencia de r&b clásico de Jorge Calvo con dicho instrumento (no confundir con el Jorge Calvo teclista que entraría al grupo décadas después). La batería tambíen suena bastante bien, quizá algo opaca, pero a mí me gusta. Hay quien se queja del sonido del disco pero yo lo encuentro más que aceptable a nivel objetivo, y además creo que sienta envidiablemente al disco.

En fin, "Profecía" es un gran tema, intenso y lleno de oscuridad (excelente la tensión que aporta el violín durante las partes cantadas). Lo mejor del tema es el final, cuando la guitarra desaparece y un sutil crescendo sinfónico nos conduce hacia un final magistral. "Preparan" es aún más potente, y además aparece la flauta por primera vez. De nuevo la canción es una joya, puro heavy progresivo pasado de vueltas. André simplemente, está IMPRESIONANTE, la descose durante todo el tema. "Algunos músicos fueron nosotros" es algo más tranquila. Si las anteriores eran muy heavys, esta es más rocanrolera, si las otras hablaban de finales del mundo y batallas, esta habla sobre música, y el tono en general es más desenfadado. Podría decirse que el disco va organizado en bloques: si los dos primeros temas eran oscuros y agresivos, el tercero y el cuarto (que da nombre al disco) son más festivos y con un aire más hippie incluso. "Cuentos de ayer y de hoy" es un llamamiento a la vida sencilla, al campo, un rechazo al humo, es asfalto y el cemento. "Queremos ver limpia la tierra, no la tapéis de alquitrán y hormigón", dice. Todo a ritmo de folk medieval metalizado.

Y el tercer bloque posiblemente sea el mejor (o no, este disco es una joya de principio a fin), el de las dos grandes piezas progresivas. Dos temas extensos, de genial desarrollo, más inspiradas en los grupos clásicos. "El juglar" está muy inspirada en los temas acústicos de Jethro Tull, con la correspondiente dosis de distorsión extra. Más sorprendente me resulta "Paraíso de flautas", que me trae a la mente las ensoñadoras atmósferas de los primeros King Crimson. "El juglar" es solemne, hermoso. Narra el cuento de un extraño que llega a un triste lugar a intentar cambiar las cosas para bien y es rechazado. Mantiene una base muy poco cambiante a lo largo de sus 8 minutos, pero los brillantes solos instrumentales y los cambios de intensidad impiden que resulte aburrida. Con respecto a "Paraíso de flautas"... es un hito dentro del rock progresivo nacional, comparable a las más reconocidas obras como "Abre la puerta" de Triana o "Si todo hiciera crack" de Crack, y capaz de competir perfectamente con muchas obras internacionalmente reconocidas. Sublime. Entrar a describirla es absurdo.

No sé cuantos discos mejores que este se habrán hecho en España, ni cuantos discos metaleros superan a este. En mi opinión, pocos en ambos casos. Tanto este debut, como su sucesor "A golpe de látigo" (1980) me parecen necesarios para el amante del rock en general. El resto de su discografía ya, a gusto de cada uno, pero estos dos son esenciales.