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viernes, 7 de noviembre de 2008

THE VELVET UNDERGROUND - The Velvet Underground (1969)


En general se tiende a recordar a la Velvet Underground por su faceta más vanguardista y rompedora, por su experimentación con el ruido y la distorsión hasta límites inaceptables o por su intento de combinar despiadada poesía callejera con un género tan poco literario por entonces como el rock ‘n’ roll. En todos los libros de historia del rock se les cita como una de las bandas más importantes y revolucionarias de todos los tiempos por los méritos acumulados en sus dos primeros discos. Y tienen razón, “The Velvet Underground & Nico” y “White Light/White Heat” son dos obras maestras absolutamente rompedoras y decisivas que marcarían a cientos de bandas y que abrirían nuevos caminos.
Pero la Velvet Underground no eran sólo eso. Si son una de las bandas más grandes que ha habido no es únicamente por lo que supusieron esos dos discos. Porque después de éstos grabaron otro par de joyas que demostraron algo importantísimo: si se lo proponían, la Velvet podían ser una gran banda de pop-rock.

En 1968, Lou Reed, John Cale, Sterling Morrison y Maureen Tucker se encontraron con que seguían sin despegar comercialmente (la pregunta que yo me hago es qué rayos se esperaban con el tipo de música que estaban haciendo). A eso hay que sumarle las tensiones provocadas por los enormes egos de Lou Reed y John Cale, cada uno envidiando y queriendo imponerse al otro. Pese a eso se habían mantenido durante unos cuantos años porque les unía un propósito común, su forma de entender la música rock y sus ganas de revolucionarla e interpretarla a su manera. Por desgracia su penosa situación económica no hizo más que complicar las cosas y sucedió lo inevitable: Lou Reed echó a John Cale de la banda. El principal motivo parece ser que era que Reed quería encaminar el grupo por otras vías y dedicarse a componer temas de pop sencillos. Sin experimentaciones, sin caos sonoro, sólo canciones bonitas. Con Cale se fue parte del afán experimentador que había caracterizado a la banda además de su famoso sonido de viola. En su lugar entró Doug Yule para ocupar encargarse del bajo y el órgano. Lou Reed tenía el control absoluto del grupo.

Resulta curioso que el paso de una etapa a otra no fuera progresivo, sino que a un disco tan extremo como “White Light/Whie Heat” le sucediera repentinamente una obra tan diferente. “The Velvet Underground” es un disco bellísimo, tranquilo, íntimo y cálido. Una obra en que Reed decide dar un un giro a su carrera y demostrar que en el fondo también era capaz de componer de temas de pop impecables.
Temas como “Candy Says”, “Jesus” o “Pale Blue Eyes” son tan frágiles, tan dulces y cristalinos que transmiten una pureza especial. El primero (que habla de Candy Darling, personaje de la Factory de Warhol que reaparecería en el mítico hit “Walk On The Wild Side”) es el que da inicio al disco demostrando el giro radical que habían tomado. En esta ocasión Reed cede el micrófono a Yule porque tenía problemas con su voz, y cabe decir que el recien llegado hace un muy buen trabajo.
“Jesus”, de una sencillez pasmosa pero efectiva, se basa especialmente en la interpretación vocal de Lou. Resulta bastante desconcertante comparar la letra de esta canción con las del disco anterior. Mi favorito de estos tres es sin duda “Pale Blue Eyes”, una de las mayores joyas del disco. Es una de esas canciones que no se puede explicar racionalmente, simplemente tiene algo, una belleza especial y cautivadora que la hace increíblemente emotiva. La melodía es preciosa pero uno no diría que da para casi 6 minutos de canción sin apenas cambios, pero no le sobra absolutamente nada.

Aparte de “Pale Blue Eyes”, me quedaría con otros dos temas que combinan el sentido melódico del álbum con un tratamiento más rockero. El primero es “What Goes On”, con un ritmo muy marcado, un buen trabajo de Sterling Morrison a las guitarras (que gran guitarrista tan infravalorado) y una contribución asombrosa de Doug Yule al órgano. En directo se atrevían a alargarlo sin miedo hasta abarcar el doble de su duración en estudio. El segundo tema que destaco es “Beginning To See The Light”, una animada composición de un optimismo contagioso inédito hasta entonces en la Velvet.

También encontramos influencias country con “Some Kinda Love” (que me gusta más como suena en directo con un sonido más duro) y momentos más solemnes con “I’m Set Free” (con ese toque de tambores tan típico de Maureen Tucker). Pero el disco guarda dos sorpresas para el final. “The Murder Mistery” es una composición experimental en la línea de los anteriores Velvet Underground, un complejo tema misterioso y enfermizo (sobre todo por ese órgano) en que las voces de los cuatro se solapan unos a otros y que acaba desembocando en una desquiciada melodía de piano sin sentido. En mi opinión es muy bueno pero está muy desubicado en un disco que sigue un estilo totalmente diferente.
Y para acabar esa joyita llamada “After Hours”. En este caso Lou pensó que la canción era tan inocente que no pegaría con su voz, así que pidió a Maureen Tucker que la cantara ella. La batería era tan tímida que aceptó sólo a cambio de cantarla estando sola en el estudio con Lou. Y fuera premeditado o no, eso hizo que lo que habría sido un simple tema corto y simpático se convirtiera en una canción bastante especial y entrañable, fruto de haber unido esta melodía tan inocente con la voz de una Maureen que se nota claramente que está cohibida. Pero eso en lugar de ser un defecto, en este tema es el toque de gracia que redondea la canción.

“The Velvet Underground”, un álbum muy especial y bello de ésos a los que uno acaba cogiendo cariño con facilidad y que puede acompañarte tanto en momentos de melancolía como de felicidad. Uno de mis discos de pop favoritos.

miércoles, 2 de julio de 2008

RASPBERRIES - Raspberries (1972)



Cuando se empieza así no hay nada que decir. "Raspberries" empieza con un riff chulísimo, de puro rock and roll del tipo de los Rolling Stones. Y cuando empiezan a cambiar, la cosa cambia. Las melodías son empalagosas, en la tradición de los sesenta, pero la vigorosa y potente base ahí se mantiene y hace de "Go all the way" un pequeño clásico olvidado de los años setenta, que parecen revivir cada vez que alguien hace sonar este tema.

Raspberries sacaron cuatro discos entre 1972 y 1974, de los cuales por ahora sólo he escuchado este, su debut, y no me cuesta demasiado decir que me gustan todos. Parece ser de esos grupos que uno no tiene prisa por escuchar porque sabe que no van a decepcionarle con un 0,1 % de error, y estos refugios, por más que puedan ser abundantes en el rock clásico, no deja de ser una gran alegría encontrar uno de ellos.

"Come around and see me"
y "I saw the light" siguen con esas melodías tan especiales, que beben tan directamente de los Beatles, de los Hollies, de los tiempos en los que el término pop no era entendido por mucha gente como música facilona de usar y tirar, en un formato más acústico, incluso folk por momentos. Con "Rock & roll Mama", como indica su nombre, se acercan a un estilo más rockero. Pese a que podría decirse que suenan, simplemente, a su tiempo, no logran que me saque de la cabeza a Jagger, Richards y compañía. Es un excelente tema alegre, no demasiado cañero, comedido, que sin grandes alardes te hace mover el pie y las caderas sin que llegues a dar cuenta.

Siguen los contrastes en este disco con "Waiting", una balada de piano que quizá empalaga un poco por los arreglos de cuerda, que pese a todo no están añadidos con mal gusto. "Don't want to say goodbye" es otra balada que viene a continuación, y tiene un acompañamiento similar basado en cuerdas, aunque está interpretada por toda la banda y el estilo recuerda a Elton John.

Bastante más afortunados son los arreglos orquestales, para los cuales el productor se inspiró en Phil Spector, para el tema "With you in my life", que sigue, aún siendo la banda estadounidense, la mejor tradición del brit-pop sesentero de los Kinks. "Get in moving" es el otro tema claramente rockero del disco, de corte similar a "Rock & roll Mama". Aunque se agradece la variedad del disco, creo ciertamente que es en temas así donde encontramos lo mejor de los Raspberries, al menos en su debut. Las hermosas melodías resaltan más acompañadas de potentes guitarras que tratando de sostener el tema ellas solas y los solos de guitarra son bastante buenos, y en temas así es donde mejor lucen.

El disco termina con un tema largo y épico, "I can't remember" que dura unos ocho minutos. Un tema que sigue los clásicos patrones de empezar como una balada e ir adiquiriendo mayor potencia, que pese a todo es bastante efectivo. No acaba de parecerme la pieza definitiva del disco, pues me posiciono más junto a otros temás más directos, pero no deja de ser una gran canción.

En general "Raspberries" puede no ser un disco impresincible, pero sí altamente aconsejable para los enamorados de la música de los setenta, etiqueta que supuestamente engloba a la gente que espero que lea este blog. Me gustaría dar un par de curiosidades para terminar: la primera es que supuestamente, es la primera banda para la cual la prensa utilizó la etiqueta power-pop. La otra es que uno de sus componentes, Eric Carmen, tuvo un importante single en solitario llamado "All by myself", que más tarde popularizó Celine Dion. Sí, es como lo que pasó con "Without you" de Badfinger y la versión de Mariah Carey. Si es que el power-pop está maldito.

sábado, 21 de junio de 2008

FLEETWOOD MAC - Rumours (1977)


Por si alguien no lo sabe, “Rumours” es uno de los mayores gigantes de la historia del rock, uno de esos discos que salieron a mediados de los 70 que tuvieron un éxito tan astronómico que hizo que muchos se dieran cuenta a esas alturas de que el negocio del rock realmente podía mover muchísimo más dinero del que habían imaginado. Uno de esos colosos como “Hotel California”, “Peter Frampton Comes Alive” o el debut de Boston que llevaron el rock de masas al límite. No sólo eso, sino que “Rumours” es uno de los casos más inauditos y extremos de segundo renacimiento de una banda que se suponía que ya había pasado su momento de gloria.

Repasemos brevemente lo que sucedió antes de este disco. Fleetwood Mac nacen como una banda de blues-rock liderada por el guitarrista Peter Green y que tuvo bastante éxito en Reino Unido a mediados-finales de los 60. Con el cambio de década, Peter Green pierde la cabeza (demasiado LSD) y acaba dejando la banda aquejado de esquizofrenia. El otro guitarrista, Jeremy Spencer, acabaría desapareciendo también poco después sin dar explicaciones (luego se enteraron de que se había unido a una secta).
Fleetwood Mac se convirtió en un grupo en el que no paraban de entrar y salir músicos de un disco para otro y que sólo mantenía como miembros originales al batería Mick Fleetwood y al bajista John McVie, al que luego se les añadiría como miembro fijo la esposa de éste último, Christine, a los teclados. La banda por entonces ya se había alejado del blues-rock clásico de sus inicios y probaba suerte con diferentes estilos. El paso decisivo lo darían cuando decidieron incorporar a sus filas a un dúo de pop formado por el guitarrista Lindsey Buckingham y su novia, la cantante Stevie Nicks. Poco podrían imaginar que esta formación llegaría a triunfar de la forma que lo hicieron.

El problema que plantea para muchos este disco es que se supone que es una traición a los Fleetwood Mac tradicionales. Ya saben la historia: si una banda que en sus inicios hacían blues-rock auténtico de repente se pasan al pop y arrasan, se les ha de llamar vendidos y decir que sus mejores discos eran los primeros, antes de hacer famosos. Pues dejémonos de idioteces, "Rumours" es una auténtica joya, lo cual está por encima de si se vendieron o perdieron la autenticidad y demás chorradas. “Rumours” es uno de los discos de pop más inmaculados que he tenido el placer de escuchar, no me extraña que tuviera tanto éxito porque realmente es un disco que da gusto escuchar, no sólo por su producción y estilo sino por la calidad de sus composiciones.

Pero antes de pasar a las canciones cabe tener en cuenta otro elemento importante, y es que en el momento de su grabación las dos parejas que formaban el grupo estaban en proceso de ruptura y divorcio. Es decir, el disco se grabó en un clima de tensión asfixiante puesto que tenían que mantenirse unidos entre ellos aunque no se soportaran si querían sacar adelante la banda (“You would never break the chain”), y de hecho la mayoría de letras hablan sobre esa situación que estaban viviendo de forma velada... o no (“You Can Go Your Own Way”).

El disco abre de forma optimista con un tema de Buckingham de pop reluciente como es “Second Hand News” que ya nos demuestra su facilidad para crear estribillos pegadizos. El guitarrista y cantante aporta también el sencillo tema acústico “Never Going Back”, donde se defiende él solo con la guitarra, y el que es uno de mis temas de pop favoritos de todos los tiempos: “Go Your Own Way”. Cada uno de los tres compositores del disco tuvo su propio single de éxito, éste fue el de Buckingham, y debo decir que merecidamente. Es una canción de pop absolutamente perfecta, y lo es por algo tan simple como tener una de las mejores melodías que he escuchado. A los que la tengan muy quemada de oírla en la radio (por suerte no es mi caso) quizás no les entusiasme tanto por la sobreexposición pero para mí éste es uno de mis estribillos favoritos que (pese a lo que dice en realidad la letra) desprende buen rollo, felicidad y ganas de cantar. “Go Your Own Way” es pop comercial, pero es pop comercial de excelente calidad y hecho con muy buen gusto.

La cantante Stevie Nicks tuvo su momento de gloria con “Dreams”, el single más exitoso del disco. Esta tema más pausado se basa prácticamente sólo en la sugerente base rítmica (irresistible ese bajo) y en la voz de ella, que sin ser una cantante que me encante aquí tiene algo especial que me encandila. “I Don’t Want To Know” sigue más el estilo del resto del disco y recuerda a los temas de su marido (¿o exmarido?) al tener un ritmo más animado y directo. Pero para mí su gran joya es el tema que cierra el disco, “Gold Dust Woman”. Si en algo supone esta obra un avance a su anterior disco (el primero que grabaron con esta formación) es en que Fleetwood Mac consiguieron aquí crear temas más oscuros como los dos que cierran el disco. Éste tiene un aire tenebroso inquietante que rompe por completo con sus otras aportaciones y que acaba de redondearse con ese final tan extraño y casi apocalíptico. Maravillosa.

En cuanto a Christine McVie, ella es la autora del que quizás sea el tema más famoso del grupo: “Don’t Stop”, la clásica canción que casi todos conocemos de oídas aún sin saber de quien es. Aquí cede el micrófono a Buckingham en este tema de pop contagioso que se basa sobre todo en ese infalible estribillo que estaba destinado a triunfar. Además Christine aporta la intimista balada a piano “Songbird”, el pegadizo “You Make Lovin’ Fun” (con una base de teclados machacona que funciona perfectamente y en la que la participación del resto de la banda es fundamental con la base rítmica y el solo de guitarra) y el tema más oscuro “Oh Daddy”, que crea junto a “Gold Dust Woman” un final bastante tenebroso para lo que se supone un disco de pop de FM.

Por último me dejo el mejor tema del disco y el único en el que todos participaron en su composición: la maravillosísima “The Chain”. Un tema bastante extraño que tiene dos partes bien diferenciadas. En la primera, la inquietante melodía sigue un ritmo muy marcado por la batería y los coros de toda la banda, que cantan sobre la necesidad de mantenerse unidos para no romper la cadena. De ahí se pasa a otra parte compuesta por John McVie y Mick Fleetwood que comienza con una marcada línea de bajo a la que se le acaba sumando la batería y finalmente la guitarra y los coros que hacen desembocar el tema en un final frenético.

Un tema demasiado raro y complejo para lo que muchos califican como un simple disco de pop de radiofórmula. Pero el mérito de “Rumours” no está sólo en sus temas más oscuros e inusuales que rompen con el típico pop que se espera de ellos, la grandeza de “Rumours” es que es un disco que dignifica lo que se conoce como pop de radiofórmula. O en otras palabras, es una obra maestra que demuestra como la comunión entre calidad y público no es en absoluto imposible.

viernes, 25 de abril de 2008

SLAPP HAPPY - Slapp Happy (1974)



Esta vez sí, me dispongo a reseñar un trabajo ciertamente perdido en el tiempo. Antes de nada un poco de historia. El grupo se junta en Hamburgo, producto del compositor vanguardista Anthony Moore (teclista y principal compositor del grupo), británico, su novia alemana Dagmar Krause (voz) y su amigo Peter Blegvad (guitarra y coros), estadounidense. Se intenta que sea un grupo pop, y para completar la formación se ayudan de algunos músicos Faust. Con esto sale "Sort of", que lanzaron con Polydor. Para su segundo disco, "Casablanca Moon", intentan hacerlo más comercial, pero debido a las bajas ventas del primer disco Polydor les retira su apoyo. Tras esto emigran a Londrés para probar suerte con la joven compañía Virgin, que puso a su disposición músicos de sesión con los que regrabar este disco, que acaba saliendo a la venta como "Slapp Happy".

Hay quien ha definido que la característica principal de Slapp Happy es el encanto. Estoy de acuerdo. Estamos ante un disco elegante, refinado, digno de paladares sofisticados dentro del rock, pero al mismo tiempo para nada pedante ni elitista. Un disco que cualquiera puede, o debería poder disfrutar. ¿Qué mejor prueba de ello que la primera canción? "Casablanca Moon" abre el disco, y pese a lo que pueda dar a imaginar el título, la canción es... un tango. Una leve introducción de violín acompañado de piano, y ya estamos dentro del disco. La batería irrumpe con fuerza y Dagmar canta son su extraña y enimática voz, con su extraño acento alemán, entonando con vigor los primeros versos: "He used to were fedoras, now he sports a fez...". Un maravilloso ritmo sincopado sobre el que una deliciosa instrumentación, con la guitarra matizando melodías tangueras aquí y allá.

Puede que aún sea mejor "Me and Parvati", un pop de altísima categoría que llena mi mente de imágenes bohemias, antiguos bulevares, noches a orillas del Sena y periódicos narrando las noticias en el África colonial. Dagmar está terriblemente seductora, pero además se apoya muy bien en la segunda voz de Peter, quien además tiene su pequeña parte como voz solista, haciendo de "Me and Parvati" algo irrepetible. "Half way there" no es tan grandiosa, aunque tiene una ambientación tropical digna de destacarse y una melodía muy divertida. Y es que además este disco es muy variado, se mueve muy bien por distintos estilos y siempre sale airoso. Un aire de ligereza similar tiene "Michaelangelo", un pop saltarín apoyado por un inefable sonidito de teclado.

"DAAAWN!"
comienza el siguiente tema, un increíble tema épico acompañado por trompetas donde quizá la voz de Dagmar se hace demasiado chillona (no es el único momento donde ocurre), lo que se compensa con que la melodía que entona es increíble, y los ataques eléctricos de Peter Blegvad, muy sutiles, dotan al tema de magistral potencia. "Mr. Rainbow" es otra cosa ya. Es una canción increíble, cargada de bella oscuridad que bien podría sonar en el interior de una casa abandonada durante un ritual pagano. Peter y Dagmar se hacen los amos de la oscuridad con esta interpretación (además de los increíbles guitarrazos distorsionados de Peter), donde además alternan inglés y francés. No sé si es la mejor del disco, pero es una de esas canciones que HAY que escuchar. Como contrapunto a estas tinieblas tenemos los tres temas siguientes: "The secret" es un pop tranquilito con una melodía adorable y palmaditas. "A little something", bastante mejor, se mete en un terreno distinto a lo ya visto en el disco: la bossanova (o eso me parece, no es que entienda mucho de música brasileña). Es un tema aplacible con percusiones latinas (ah, ¡cómo las adoro!) en lugar de batería, que consigue sin duda relajar y poner de buen humor a cualquiera. "The drum" parece una canción más tosca, pero sólo bajo una mirada superficial. La instrumentación es una mezcla deliciosa: guitarras acústicas, percusiones indias, armónica... una exquisita amalgama sonora. La canción en si es una especie de himno, como para cantar en un campamento, con una melodía de esas que podrían trascender épocas y fronteras. Aquí, desgraciadamente, la voz de Dagmar puede sonar incluso irritante, pero merece la pena tolerarla por disfrutar de esta pequeña joya.

"Haiku", como indica su nombre, tiene un toque más japonés. No es lo único que la diferencia, sino que además la canta Peter, con un timbre definitivamente feo pero que queda genial, con la voz de Dagmar en un segundísimo plano. Además la melodía es muy extraña, al menos en comparación con el resto de temas, pero con las escuchas acaba haciéndose algo terriblemente adictivo, un hallazgo de belleza en lo grotesco. "Slow Moon's rose", una bonita balada en ritmo ternario que va bien para relajar los ánimos después de "Haiku" y volver a la realidad de un modo más natural. Atención al precioso solo de saxofón.

Tras este disco, Slapp Happy se fusionaron con Henry Cow y sacaron dos discos conjuntos, "In praise of learning", disco de Henry Cow con la colaboración de Slapp Happy y "Desperate straights", disco de Slapp Happy con el apoyo de Henry Cow, un disco mucho más enrevesado y vanguardista, buen disco pero que pierde gran parte del encanto (siempre el encanto) que mostraba aquí el grupo. Después Dagmar Krause se uniría a Fred Frith y Chris Cutler de Henry Cow para formar el grupo de vanguardia Art Bears. En 1980 se editó "Acnal basac noom", lo que hubiera sido ese "Casablanca Moon" original grabado en Alemania. Entre todo este aluvión de acontecimientos, este disco ha quedado perdido como una isla de encanto pop en un mundo de vanguardia y experimentación sonora. Por eso, como amante de este tipo de música que por azares de la vida llegó hasta este disco, me veo obligado a recomendarlo a todo aquel que me lea. Un disco para recordar.

viernes, 28 de marzo de 2008

THE BEACH BOYS - Surf's Up (1971)


Ésta es una reseña de alguien a quien no le gustan los Beach Boys y que no consigue que el “Pet Sounds” no se le haga aburrido por mucho que lo reescuche atentamente. Los Beach Boys para mí eran otro de esos grupos alabados y respetados por gente con gustos musicales parecidos a los míos pero a los que yo particularmente no les veía la puñetera gracia (aunque reconozco su mérito).
Y sin embargo, a diferencia de otras obras suyas, este disco me encandiló al instante. Un disco que conocerán prácticamente sólo sus fans y que vió la luz en una época en que el grupo estaba cada vez más olvidado y en un peligroso proceso de decadencia.

La portada refleja perfectamente su contenido. Los felices Beach Boys surferos hace ya años que desaparecieron (si es que alguna vez llegaron a existir realmente) para dar paso a una banda que afronta el momento más duro de su carrera con unas ventas escasas y crisis internas. Por aquel entonces el líder de la banda, Brian Wilson, se encontraba literalmente hundido viviendo aislado del mundo, deprimido y consumiendo cocaína compulsivamente. Sin él llevando las riendas, el grupo parecía estar sentenciado. Pero afortunadamente esta difícil situación en lugar de hundirlos sirvió para que el resto de componentes pudieran demostrar sus talentos ocultos contribuyendo todos a la composición de forma más repartida.

“Surf’s Up” es un disco que desprende melancolía y tristeza en todos sus surcos, una obra que refleja perfectamente el delicado estado en que se encontraban sus autores. No es uno de esos discos trágicos que te hunden en la miseria, sino que más bien deja intuir ese sentimiento de tristeza a través de sus exquisitas y bellas melodías de pop, lo cual le da cierta atmósfera que a mí se me hizo irresistible desde el primer momento.

El inicio se trata de un tema de irónico título tratándose de unos tipos que se hacen llamar Beach Boys: “Don’t Go Near The Water”, una muy buena canción de pop con ciertos toques psicodélicos (esas voces distorsionadas por ejemplo). Le sigue una de las grandes joyas del disco: “Long Promised Road”, un tema que recuerda mucho a los Beach Boys clásicos con esos magníficos juegos vocales y una melodía irresistible.
“Take A Load Off You Feet” es un tema menor más sencillo pero muy agradable, y la tranquila balada “Disney Girls (1957)” recupera totalmente el sentimiento de melancolía del disco.

El único paréntesis del disco es el potente y pegadizo rock ‘n’ roll “Student Demonstration Time”, una versión que rompe con el estilo del resto de temas y que a mí personalmente no me molesta aunque rompa con la atmósfera del resto de la obra.
Otro de los puntos álgidos vuelve a ser obra de Carl Wilson: “Feel Flows”, un tema que empieza con una sencilla melodía y acaba desembocando en una alucinante parte instrumental con flauta y saxofon incluídos. A continuación, “Looking At Tomorrow” opta por volver a la sencillez sirviéndose únicamente de la guitarra y las voces, muy en la línea del anterior “Take A Load Off You Feet” (ambas de Al Jardine) pero con cierto toque misterioso.

Sin embargo, aunque lo que llevamos hasta ahora mantiene un gran nivel, lo mejor llega al final con lo que para mí son indiscutiblemente las tres mejores canciones. Las tres joyas del malogrado Brian Wilson son lo que hacen que este disco, hasta ahora muy bueno, sea mágico y memorable. Son el punto que le faltaba para que pase de ser simplemente un gran disco a tener algo especial y único. Porque no sólo son grandes temas sino que además reflejan su delicado estado emocional y psicológico de una forma magistral.
El primero es “A Day In The Life Of A Tree”, el único de los tres compuesto para aparecer expresamente en esta obra. Se abre con un imponente órgano que le da cierto toque solemne y poco a poco va desembocando en una melodía más infantil que luego se funde excelentemente de nuevo con el órgano.
“Till I Die” desde su mismo título es el tema más oscuro del disco dominado de nuevo por el órgano y unas melodías vocales que aquí adquieren un escalofriante matiz tenebroso. Aunque ya llevaba tiempo compuesta, se descartó de los discos anteriores por ser demasiado pesimista.
Y para acabar, la joya de la corona, la obra maestra del disco: “Surf’s Up”. Aunque se compuso en las sesiones del fallido proyecto “Smile” no sería hasta cinco años más tarde cuando vería la luz. Se trata de una canción pop repleta de miles de pequeños detalles que comienza con una delicada melodía cantada excelentemente por Carl. A continuación le sucede su hermano Brian interpretando acompañado sólo por el piano otras melodías totalmente diferentes escapando por completo a la estructura convencional de canción pop. Esta parte de la canción en que aparece Brian Wilson es un momento de una extraña belleza mágica y cautivadora que me pone los pelos de punta, uno de esos instantes especiales que hacen de una canción algo único. Colosal. Preciosa. Es sin duda el final perfecto para un disco injustamente olvidado en la extensa discografía de los Beach Boys.

domingo, 16 de marzo de 2008

CAMEL - Breathless (1978)



Seré drástico y controversial: "Breathless" es el mejor disco de Camel. Los fans ahora estarán tirándose de los pelos. Bueno, da igual. Veamos: Camel pertenecieron a una generación de grupos de rock progresivo, pues debutaron cuando los grandes del género ya estaban totalmente consolidados y con una discografía a tener en cuenta. Influenciados por grupos como Pink Floyd y Caravan, debutaron con el buenísimo "Camel", con algunos temazos inolvidables como "Never let go", y redondearon su fórmula de rock progresivo con "Mirage", que contenía aquel "Lady Fantasy", uno de los grandes temas del género. "Music inspired by The Snowgoose" sería posiblemente su obra más aclamada, pero a mí nunca me pareció la obra maestra que todos dicen. El siguiente, "Moonmadness" explora con gran acierto la faceta más relajada y, por decirlo de alguna manera, floydiana de Camel. Llegó entonces un importante cambio en la formación: el bajista Doug Ferguson fue sustituído ni más ni menos que por Richard Sinclair, que había militado en grandes grupos como Hatfield And The North o los grandiosos Caravan. Además, se incorporó al grupo al saxofonista (aunque tocaba todo tipo de instrumentos de viento en general) Mel Collins, que había tocado con King Crimson entre otros. Esta formación completó a los ya habituales: Andrew Latimer como guitarrista, Peter Bardens como teclista y Andy Ward como batería. Así sacaron dos discos, "Rain dances", y el que nos ocupa, "Breathless".

Mientras que algunos grupos que con los años dejarían entrar en sus influencias estilos más pop se tomaron su tiempo para llegar a ese punto, a Camel sólo les tomo cinco años. Ya no eran aquel rock sinfónico tan "de manual" de sus primeros discos, y no tenían reparo alguno en atreverse con baladas ciertamente comerciales, pop sin mayores complicaciones o incluso música disco. Y yo creo que hicieron bien. Mis razones, las tengo muy claras: Camel en sus primeros discos son muy grandes, igualmente, pero cuando se ponen más atmosféricos, o más improvisatorios, por lo general, no acaban de convencerme. Latimer es un gran guitarrista, pero por ejemplo, no es como David Gilmour, que consigue emocionar con el mero sonido de su guitarra, toque lo que toque. Pero cuando se ponen las pilas y componen una melodía bien definida, un riff, un buen gancho vocal... ahí si que son grandes, ahí es donde todas sus pretensiones se cumplen. ¿Qué sucede pues? Que en "Breathless" se centran mayormente en ese tipo de cosas, en lo que mejor saben hacer. A partir de una melodía vocal excelente, prefieren limitarse a construir un fabuloso tema pop que a añadirle partes instrumentales porque sí.

Pero lo mejor de todo es que aún así siguen sonando a Camel. Unos Camel renovados, más luminosos, más accesibles, pero la esencia del grupo sigue estando ahí. No hay más que escuchar la inicial "Breathless", pop comercial de la mejor factura pero con el toque imaginativo de Camel, y el particular sonido que denota que la canción es pop pero interpretada por un grupo de rock progresivo. Otro ejemplo es "Down on the farm", la particular aportación de Sinclair, muy tonta, pero melódicamente muy buena, me parece, o "Wing and a prayer", una delicia pop de primera categoría. Quizá la estrella del disco sea "Summer lightning". La canción es música disco de finales de los setenta, pero al igual que las otras, suena a Camel por los cuatro costado. La parte central de teclados está llena del misterio de discos como "Moonmadness", y las melodías vocales siguen llevando la marca del grupo, aún estando sobre una base funk más movida. Aunque lo grandioso de la canción es el final, donde Latimer se arranca con, posiblemente, su mejor solo de guitarra.

Aún así el rock progresivo no está olvidado, gracias a temas como "Echoes", que podría figurar perfectamente en discos como "Mirage" si no fuera por el leve regusto comercial añadido, y la muy buena instrumental "The sleeper", que en mi no desata tanta pasión como a los fans de la vieja escuela, aunque sí me gusta mucho igualmente. Hay dos baladas que a mi me encantan, "Starlight ride" que cierra la cara A del vinilo, y "Rainbow's end", que cierra el disco, muy buenas también ambas. El punto bajo del disco es el insulso pop "You make me smile", que tiene muy buen estribillo, pero el resto de la canción es una estupidez.

No seré yo quien diga que a este disco le falten más desarrollos instrumentales, temás más largos... en resumen, más elementos característicos del rock sinfónico. El disco está perfecto como está.

viernes, 4 de enero de 2008

SUPERTRAMP - Crisis? What Crisis? (1975)


Tras varios años luchando por alcanzar el estrellato, Supertramp consiguieron en 1974 su primer gran triunfo con esa obra maestra que fue “Crime Of The Century”, el disco donde hallaron su sonido personal condensando todas sus influencias: un poco de pop, otro poco de rock sinfónico, algún toque de blues o jazz, sus omnipresentes solos de saxofon, etc. El tremendo éxito que tuvo su nuevo disco les cogió a todos totalmente desprevenidos (sus anteriores obras no vendieron demasiado bien), de modo que entre la extensa gira y las presiones de la discográfica no pudieron dedicar demasiado tiempo a su siguiente obra, que salió a la luz para aprovechar su reciente éxito y que además estaba formada casi íntegramente por descartes de su anterior disco.
Así fue como vió la luz el “Crisis? What Crisis?”, como un disco de temas descartados que además el grupo no pudo retocar tanto como les hubiera gustado (siempre fueron unos perfeccionistas en lo que a producción y sonido se refiere, de hecho creo que el “Crime Of The Century” es un perfecto ejemplo de disco intachablemente producido).

Musicalmente hablando yo noto una enorme diferencia entre la cara A y la cara B del disco. La cara A me parece simple y llanamente a la altura de su anterior obra maestra, si todo el disco siguiera ese nivel me parecería otra de las obras cumbre de Supertramp, pero la segunda mitad me parece que, sin ser mala, baja el nivel haciendo que el disco se quede en muy bueno a secas.
Como de costumbre, los temas están todos firmados a nombre de los dos líderes y cantantes del grupo: Rick Davies (de tradición jazzística, serio, de voz grave y excelente pianista) y Roger Hodgson (de tradición popera, espiritual y hippioso, con su famoso timbre de voz exageradamente agudo, encargado de teclados y de guitarras en los temas en que éstas aparecen). A la práctica en realidad componían separados puesto que a estas alturas ya se llevaban bastante mal y, salvo un tema, las canciones son obra de quien las canta.

El disco abre con un breve tema introductorio acústico de Roger llamado “Easy Does It”, una simple y pegadiza melodía que empieza silbando alegremente. Unida a ésta aparece un precioso tema llamado “Sister Moonshine” (que es un claro precedente del posterior y más famoso “Give A Little Bit”), una canción alegre y vitalista con ese toque tan especial y encantador que tienen muchos temas de Roger (y créanme, es imposible escucharla en directo sin esbozar una estúpida sonrisa de felicidad).
El primer tema de Rick es un pequeño clásico de Supertramp, “Ain’t Nobody But Me”, muy en su estilo: un inicio más rockero y con cierta base bluesera para acabar en un pegadizo estribillo mucho más popero y un excelente solo de saxofon.
A estos temas más alegres les seguirá el que es para mí el momento cumbre del disco y uno de mis temas más predilectos de Supertramp (aunque no lo crean, eso en mí es decir mucho): “A Soapbox Opera”, una misteriosa y triste balada a piano de Roger Hodgson. El mejor ejemplo en el disco de a lo que me refiero cuando digo que eran unos perfeccionistas buscando el sonido ideal para cada tema puliendo todos los detalles (y eso que esto es un disco acabado deprisa y corriendo): las extrañas voces del inicio, el pequeño solo de armónica y, sobre todo, los magníficos arreglos de violín que le dan al tema un clímax final escalofriante que aún me pone los pelos de punta. Todo eso acompañado de una de las mejores interpretaciones vocales de Roger. Descomunal.
Y para cerrar la cara A, otro temas más míticos de Rick: “Another Man’s Woman”, una canción de ritmo más acelerado donde nuestro amigo Davies se luce como pianista acompañado excelentemente por Roger a la guitarra eléctrica. Cabe decir que me gustan más las versiones en vivo donde Rick adquiere el protagonismo absoluto de la canción luciéndose más aún si cabe con el piano y llegando a alargar la canción hasta 10 minutos.

La cara B como dije antes no tiene malos temas pero me entusiasma menos. Así como la primera mitad del disco me cuesta creer que sean simples temas rechazados, aquí ya empiezo a notar un poco más que los temas no están tan acabados como era habitual en ellos. “Lady” es el clásico tema popero pegadizo de Roger, que tiene muy buenos teclados pero para mí no llega a redondearlo. “Poor Boy” es un tema muy Davies que tiene una excelente ambientación a lo años 20-30 pero con una melodía a la que le echo en falta algo. Así mismo, “Just A Normal Day” es una buena balada escrita e interpretada por los dos que de nuevo me parece que está algo vacía (podrían haber hecho maravillas si la hubieran retocado). El disco remonta hacia el final con “The Meaning”, un tema acústico de Roger con cierto toque místico donde hace una interpretación vocal soberbia y que tiene en mi opinión una de las mejores melodías del disco, un tema injustamente olvidado. Y para cerrar un pequeño clásico de Supertramp, otra balada de Roger, “Two Of Us”, que contiene otra de las mejores melodías que jamás compuso este hombre aunque de nuevo la prefiero en vivo interpretada con la guitarra y no con el órgano (la versión del directo “Paris” me parece uno de los momentos más mágicos y especiales que he oído).

Comercialmente “Crisis? What Crisis?” vendió bien y gustó a los fans, aunque ni se pudo comparar con el éxito que tuvo “Crime Of The Century”. Insatisfechos con el resultado, después de la correspondiente gira la banda se aplicó a fondo en su siguiente obra y parieron otra obra maestra y uno de mis discos favoritos de todos los tiempos: “Even In The Quietest Moments”. Y es que lo único que realmente se le puede achacar a “Crisis? What Crisis?” es tener la mala suerte de estar entre dos obras colosales.

sábado, 24 de noviembre de 2007

ELTON JOHN - Goodbye Yellow Brick Road (1973)


Aunque hoy en día Elton John es un músico más bien denostado (reconozcámoslo, en gran parte se lo ha ganado él solito), en los 70 era un excelente artista con una creatividad apabullante. Hasta que llegaron los fatídicos años 80 (de los que, a juzgar por los repertorios de sus conciertos actuales, él mismo tampoco se siente muy orgulloso hoy en día), Elton John era una máquina que no sólo sacaba un disco tras otro, un año sí y otro también, sino que encima era muy bueno.

En 1973 Elton John se encontraba en su mejor momento artística y comercialmente hablando, así que “Goodbye Yellow Brick Road” vino a ser la cumbre de su edad de oro no sólo porque sea (en mi opinión) su gran obra maestra, sino porque es un disco que en sus 76 minutos de duración nos muestra las diversas facetas de nuestro amigo Elton, en cuanto a creatividad es sin duda uno de sus discos más logrados y donde es capaz de hacer coincidir géneros más diversos (rhythm ‘n’ blues, rock sinfónico, hard rock, sus imprescindibles baladas a piano...). Lo mejor de todo es que éste no fue un disco doble “premeditado”, sino que simplemente Elton comenzó a componer canciones hasta que se dió cuenta de que daba para un disco doble (y aún así hubo varios temas que se desecharon) lo cual nos confirma hasta qué punto estaba en estado de gracia por entonces.

El inicio del disco es escalofriante y demoledor: “Funeral For a Friend”, un tema instrumental tétrico y que es de los temas más oscuros que he oído, uno de mis mayores candidatos a tema favorito del disco, inconmesurable. Unida a ésta se encuentra la más rockera y tradicional “Love Lies Bleeding”, un tema rockero muy en su línea combinando el protagonismo de las guitarras con su omnipresente piano.
A ésta le sigue “Candle In The Wind”, seguramente su tema más famoso con una letra de Bernie Taupin dedicada a Marilyn Monroe. Pese a lo quemada que está me sigue gustando mucho la forma como canta el “Goodbye Norma Jean” y su tono tan triste. Cambiando radicalmente de estilo viene “Bennie And The Jets”, un tema muy influenciado por el rhythm ‘n’ blues con un ritmo muy repetitivo y pegadizo. Como muestra de lo detallistas que fueron con la producción, al darse cuenta de que a la canción le faltaba “algo” decidieron añadirle aplausos y voces para crear un falso directo (destacar el pequeño detalle de como las palmas se dan ligeramente fuera de tiempo, ya que el público inglés solía acompañar así las canciones... o al menos eso dicen ellos).
Llega entonces mi otra gran aspirante a tema favorito: “Goodbye Yellow Brick Road”, una balada preciosa donde Elton John demuestra que si bien es obvio que era un pianista excelente (y si alguien no cree que eso sea obvio que se enchufe este disco en vena y que me diga si no es casi un manual de como tocar el piano en un disco de rock), no es tan recordada su enorme capacidad como cantante. En este tema canta de una manera tan absolutamente dramática que algunos llegaron a creer que se había ayudado con truquitos del estudio. Y a destacar por supuesto la letra de ese excelente letrista que es Bernie Taupin, que aquí hace referencia al famoso camino de baldosas amarillas de “El Mago de Oz” para hablar de la decepción que vivió tras alcanzar el éxito que todos soñamos. Maravillosa.

Se podría dedicar párrafos enteros a cada canción pero me temo que me estoy excediendo y no llevo ni la mitad del disco, sin embargo creo que todas merecen alguna mención: la preciosa balada “This Song Has No Title” apoyada sólo en pianos y teclados más su voz (¿para qué más?); la curiosa “Grey Seal”, que es una de las favoritas del mismo Elton John; el experimento de reggae de “Jamaica Jerk Off” que es la que menos me gusta del disco pero que queda en simpática y anecdótica como recuerdo del intento frustrado de grabar el disco en Jamaica; la atmosférica balada “I’ve Seen That Movie Too”, que tiene una ambientación que le da un tono muy especial (y que en estos momentos es la que más me tiene enganchado del disco); la nostálgica e irónica “Sweet Painted Lady” y “The Ballad Of Danny Bailey” con unos maravillosos arreglos orquestales.
Tras este tema llega la parte rockera del disco que se inicia con “Dirty Little Girl”, con su ritmo lento marcado por el piano y la guitarra; a ésta le sigue una de las grandes joyas escondidas del disco, la inconmesurable “All The Girls Love Alice”, canción rockera y muy bailable en la que Elton se queda con nosotros al detener el tema de repente para cantar el precioso estribillo casi a cappella y luego retomarla de nuevo, genial; en “Your Sister Can't Twist (But She Can Rock & Roll)” Elton y su banda ya le dan directamente al acelerador creando un tema muy simpático y pegadizo con unos juegos vocales memorables e imposibles de olvidar y finalmente con la guitarrera “Saturday Night's Alright for Fighting” Elton se desboca y descubrimos qué olvidada está la gran banda que había detrás de el cantante-pianista miope.

Y como colofón final, para mí el momento más emotivo del disco: la tristísima “Roy Rogers” por cuya letra siento debilidad (Roy Rogers era el protagonista de una serie de televisión de vaqueros que acabó siendo olvidada), seguida por el paréntesis cachondo de la irresistible “Social Disease” (excelente combinación bajo-piano, y jamás pensé que diría esta frase) para acabar el disco con otra de sus grandes baladas: “Harmony”, que es un punto final perfecto.

“Goodbye Yellow Brick Road”, uno de los más grandes discos de la historia para el que escribe, es una de esas obras maestras a las que pese a lo largas que son, pese a que tengan algun momento que no te agrade tanto como el resto, no le quitarías nada. Porque lo que representa globalmente está por encima de eso: un grandísimo artista dando rienda suelta a todo su potencial. Nosotros, como humildes oyentes, no podemos hacer más que escucharle y disfrutar de su música.

domingo, 11 de noviembre de 2007

ABBA - The album (1977)



Sí, en serio. ABBA molan. Bien, olvidemos que salieron de Eurovision. Olvidemos que no son una banda completa y que dependen de músicos de sesión para la base rítmica cual si de los Backstreet Boys se tratasen. Olvidemos que sacaban sus singles muchas veces en castellano como si de Laura Pausini se tratasen. Olvidemos la cantidad de tonadillas que llevamos escuchando en todos los medios desde que tenemos uso de razón, hasta el punto de que ya somos incapaces de juzgarlas con un mínimo de criterio. Olvidemos todo eso y centrémonos en este disco. Imaginemos que alguien nos presta este "The album", y es de un grupo del que no hemos oído hablar nunca. Lo ponemos y ¿qué encontramos? Simplemente un disco de pop, con melodías de primera y muy buenas armonías vocales, impegable producción, muy variado y con arreglos inteligentes. Francamente, yo no podría decir que no a algo así.

Para acabar de disipar las dudas sobre si ABBA, al menos en este disco, son un grupo ordinario, basta con poner el disco y escuchar el primer tema, "Eagle". Ah, nada que ver con singles facilones (que por otro lado también me parecen muy buenos) como "Waterloo" o "Mamma mia". Que va. "Eagle" es una canción más cercana al progresivo medieval de grupos como Renaissance que a la música disco a la que se suele relacionar ABBA. Vale, sí, sigue habiendo un trecho, pero esa melodía mística y solemne, ese ritmo casi ritual, esos extraños sonidos de guitarra... oyendo las canciones más famosas es imposible imaginarles haciendo algo así. Y, ¿sabéis qué? La canción es totalmente maravillosa. Pero mejor aún me parece el single "Take a chance on me". Aquí no hay nada de lo anterior, es simplemente un tema comercial de esos que tan bien se les daban a estos cuatro suecos. Pero que bien. Seguimos con "One man one woman", una balada que quizá podría encajar en el perfil de balada cursi ochentera, pero que afortunadamente tiene una producción y una interpretación más acorde a los setenta y no le cuesta nada revelar su verdadero valor. Su hermosa melodía está fantásticamente acompañada por buenísimos coros, pianos, guitarras acústicas y demás sonidos que simplemente no pueden desagradar y el conjunto de todo acaba por, inevitablemente, conmover. "The name of the game" es algo peor porque tiene un riff y unas estrofas bastante tontas, pese a que el estribillo remonta el vuelo de manera espectacular.

Pasemos a la cara B. La balada folk "Move on" está en la línea de otros temas clásicos como "Fernando" y posiblemente supera a dicho tema, aunque carezca de su terrorífico gancho comercial. "Hole in your soul" es simplmente rock and roll a lo ABBA. Rápido, alegre y contundente, con cierto aire glam. Después de eso viene algo llamado "The Girl With The Golden Hair - 3 scenes from a mini-musical". La primera es la famosa "Thank you for the music". Se le puede acusar de utilizar todos los recursos fáciles habidos y por haber para trascender, emocionar a la gente y reventar las listas de ventas, sí. Pero es que para disfrutar ese disco como se merece hay que saber tragar con estas cosas y francamente... ¿cuánta gente podría hacer un tema de estas características mejor que este? Nada, que es una obra maestra de la música comercial. "I wonder (Departure)" es una balada a piano que es buena, pero más allá de algunos versos realmente memorables ("I wonder... it's frightening...") no ofrece gran cosa. "I'm a marionette" concluye el mini-musical y el disco de una manera que jamás podría haber imaginado. Digamos que el tema está interpretado "a lo ABBA", sin demasiadas estridencias, con los típicos teclados que hay en este disco, etc etc. Pero la composición es algo dramático y épico, tal que la canción podría pasar por una versión de algún grupo de heavy metal. Más concretamente, si me encontrara algún día con algún componente de Savatage, le diría que por favor, graben una versión de este tema. Parece que se haya compuesto para eso.

Me encanta descubrir a la gente grandes obras infravaloradas, o discos poco conocidos que merecen ser oídos por cuanta más gente mejor. Pero también está bien, de vez en cuando, revindicar artistas famosos que mucha gente automáticamente descarta. Quizá no conozcas Tapiman y también quizá conozcas a ABBA de toda la vida y nunca te hayas parado a escuchar atentamente este disco. En ambos casos te estarías perdiendo un gran disco.

Por cierto... sin palabras con respecto a la versión en castellano de "Thank you for the music". No creo que hubiera manera más forzada de adaptar la letra... tampoco es que fuera una letra facil de adaptar... un momento, ¿quién les obligaba?


sábado, 3 de noviembre de 2007

TODD RUNDGREN - Runt. The Ballad Of Todd Rundgren (1971)


Éste es uno de mis discos favoritos de todos los tiempos. Quizás sea una manera un poco directa de empezar pero quiero ser sincero, estoy enamorado de este disco y me ha acompañado durante muchísimos momentos en los que me aferré fuertemente a él. También creo que es un disco muy especial, de ésos que desprende un aura mágica, pero en todo caso lo adoro.

Todd Rundgren es un tipo que no debería necesitar presentación, el típico artista inquieto que se atreve a experimentar con todo y que va siempre a su aire haciendo lo que le da la gana y divirtiéndose poniéndoselo difícil a sus fans. Un genio con una creatividad apabullante de ésos que tan pronto grababa un disco donde tocaba todos los instrumentos como se sacaba de la manga una banda con la que probar nuevas ideas y que además en su tiempo libre se dedicaba a producir discos a otros grupos (sus habilidades como productor eran bien conocidas). Este disco aún no forma parte de la etapa más transgresora e inquieta de su carrera, es uno de sus primeros discos en solitario (tras dejar su banda The Nazz) en los cuales demostraba una enorme destreza como compositor y cantante de pop-rock (dicho sea de paso, en este disco me parece que se luce especialmente como cantante aunque no sea algo que se suela mencionar mucho del bueno de Todd). No sería hasta su siguiente disco, el doble “Something/Anything?”, cuando conseguiría un notable éxito comercial además de atreverse a avanzar unos pasos más allá de donde había llegado con sus primeras obras (entre otras cosas en esa obra él toca absolutamente todos los instrumentos en tres cuartas partes del disco y juguetea con más libertad con las posibilidades del estudio). Sin embargo ya dedicaremos otra ocasión para retomar esa fabulosa obra maestra.

Volviendo a lo que nos atañe, “Runt. The Ballad of Todd Rundgren” no es uno de los discos más conocidos o representativos de Todd Rundgren (como el mencionado anteriormente), es una de esas joyas que están escondidas dentro de las largas discografías y que le hacen a uno darse cuenta de cuantos grandes discazos ocultos debe haber por descubrir en este mundo del rock. Y como anticipa su título, éste es un disco intimista que contiene casi en su totalidad baladas y medios tiempos, con lo cual ya están advertidos si no les va este tipo de música, aunque en mi opinión es uno de los discos más bellos que he podido oír, una preciosidad que para mí desprende una especie de ambiente intimista que te invita a acogerte en los brazos del mago Rundgren y dejarte llevar por su música.

Desde temas más optimistas y vitalistas como el inicial “Long Flowing Robe” (a mí ya me tiene ganado con un comienzo así) o “Chain Letter” (mi favorita del disco y del señor Rundgren en general, la leve progresión que hace en sus cinco minutos y la forma como canta son una delicia), a temas mucho más tranquilos y atmosféricos como “Ballad (Denny And Jean)”, “Wailing Wall” o “Boat On The Charles” (en los cuales prácticamente se basa solo en su voz y el piano como acompañamiento), el disco es una magistral demostración de la madurez de Rundgren (ya a estas alturas de su carrera) como compositor, capaz de sacarse de la manga temas tan redondos y de darle a cada uno el tratamiento que necesita (aunque parezca un disco sencillo está lleno de pequeños detalles que se descubren tras varias escuchas).

No es un disco clave en la historia del rock, ni siquiera dentro de la discografía de Rundgren, ni tampoco una obra que te descubra nada nuevo. Es simplemente un disco con el que disfrutar y emocionarte, porque la sensibilidad y belleza que desprende es apabullante. Y a veces eso es justo lo que uno necesita, independientemente de lo que signifique para la historia necesitas oír un disco que toque ciertas fibras sensibles a las que muy pocos llegan. Éste lo consiguió conmigo.

viernes, 19 de octubre de 2007

ELECTRIC LIGHT ORCHESTRA - ElDorado (1974)


La ELO es probablemente uno de los grupos que mejor ejemplifica cómo entendían muchos el rock en los 70. Su ambicioso líder Jeff Lyne, amante a partes iguales tanto de los Beatles como de Beethoven, tenía como meta crear la combinación perfecta entre pop-rock y música clásica. Para ello se sacó de la manga la Electric Light Orchestra, cuyo pomposo nombre ya da una idea de por donde iban los tiros: una banda de pop-rock que incluyera la presencia de los instrumentos de una orquesta tradicional de música clásica (especialmente instrumentos de cuerda como violines).
Esta obsesión con conseguir la combinación perfecta entre rock y música clásica tuvo uno de sus momentos cumbre en “ElDorado”. Como toda ambiciosa obra de los 70 que se precie, “ElDorado” es un disco conceptual; y, como ocurre con la mayoría de discos conceptuales, resulta dificilísimo explicar de qué rayos habla exactamente. Tampoco ayuda demasiado la portada, una clara referencia a la película “El Mago de Oz”, pero en realidad eso nos importa bien poco.
Lo grande, lo realmente enorme de este disco, no se encuentra ni en su cualidad de disco conceptual ni en sus pretensiones, sino en las canciones. Y es que cuando comienza a sonar la bellísima melodía de “Can’t Get Out Of My Head” Lynne nos conquista de inmediato. No es de extrañar que fuera uno de sus mayores éxitos y es que es todo un single en potencia, aunque resulta curioso que la primera canción del disco (sin contar la Overtura) sea al mismo tiempo una de las más simples, una de esas en que la melodía de por sí es tan bella que no le hacen falta demasiados adornos. De la tranquilidad de ese tema pasamos a despertarnos con una grandilocuente introducción orquestal que, sorpresivamente, deriva en una de las melodías más rockeras del disco para acabar convirtiéndose en un fabuloso medio tiempo llamado “Boy Blue”, también de lo más grande del disco. Si con esto no tuvieron suficiente, tienen la extraña “Laredo Tornado”, una composición inclasificable con un estribillo memorable (“Lareeeedo Tornaaaaado, adiiiios amiiiiigos” ¿?) que es tan bizarra que no puedo evitar que sea una de mis predilectas.
Tras el insuperable trío inicial, nos encontramos con un par de temas donde el protagonismo de los elementos orquestales se hace más evidente aún: “Poor Boy”, donde los violines se apoderan de la canción, y la preciosa “Mister Kingdom”, donde éstos le aportan un dramatismo que se me hace irresistible.
La verdad es que el único punto flojo que le veo al disco es “Illusions in G Major”, tema de irónico título puesto que es un rock ‘n’ roll puro y simple que no es que sea malo sino que rompe con el ambiente y contexto del disco, y más al estar situado entre la inquietante “Nobody’s Child” (magnífico piano y juegos de coros) y la joya de la corona: “Eldorado”. El tema homónimo es el momento cumbre del disco, uno de esos momentos especiales que cuesta tanto describir en palabras por su belleza y su pureza. Aquí los adornos orquestales están lejos de excesos, tan sólo acompañan a Lynne y el piano para enfatizar el dramatismo de la canción y la belleza del momento. Porque aquí el protagonista absoluto es única y exclusivamente Lynne, que se apodera por completo de la canción con una magistral interpretación vocal que cada vez que llega al estribillo me pone los pelos de punta.Si Jeff Lynne pretendía demostrar que era posible crear algo grande y hermoso mezclando dos estilos musicales supuestamente diferentes (casi contrarios), con “ElDorado” lo consiguió de sobras.

lunes, 15 de octubre de 2007

BADFINGER - No dice (1970)



Si existe un grupo con un sambenito, este grupo es Badfinger. Este grupo se llamaba The Iveys cuando fueron fichados por Apple Records, la compañía discográfica de los Beatles, en 1968, cuando los Beatles estaban al punto de la separación, no siendo hasta un año después cuando cambiarían su nombre por Badfinger. Este grupo fue de alguna manera apadrinado por Paul McCartney, que incluso les llego a componer algunos temas. Y lo más importante, el estilo del grupo es muy beatle. Tienen un sonido potente y guitarrero, más cercano a los setenta que a los sesenta, pero las voces y las composiciones son claramente deudoras del cuarteto de Liverpool. Hablo al menos de este disco, el único que he escuchado suyo. Como consecuencia, mucha gente les ha encasillado, sin piedad algunas como unos meros Beatles de segunda, como una suerte de recambio que Apple necesitaba ante la inminente desaparición de su grupo estrella, pensando que quizá los fans, hambrientos de más música beatle se lanzarían a por los discos de Badfinger. A día de hoy, vistos en retrospectiva, apenas pasan de ser un grupo de culto, y es una lástima. Una lástima porque a pesar de todo, la colección de temas que contiene este disco es digna de cualquier grupo pop, incluyendo a los Fab4.

Badfinger en este disco eran Joey Molland a la guitarra, Tom Evans al bajo, Mike Gibbins a la batería y Pete Ham a la guitarra y piano, además de ser el lider compositivo en este disco, aportando voces, añadiendo un paralelismo más con The Beatles, Molland, Evans y Ham. Ninguno de los cuatro era ningún virtuoso, pero cada nota está bien colocada y en general suenan perfectos

Recuerdo cuando escuché por primera vez "Band on the run", mi primer contacto serio con la carrera en solitario de Paul McCartney, y la verdad es que no me gustó mucho. A día de hoy salvo un par de temas sigue pareciéndome un disco aburrido, y por su culpa aún no me he decidido a profundizar en la carrera en solitario de Paul (cosa que haré algún día). Tiempo más tarde escuché este disco y ¿qué me encontré? Ni más ni menos que exactamente lo que esperaba del disco de Macca. El ejemplo más claro es posiblemente la mejor canción del disco, "No matter what", que rescata lo mejor de la tradición pop de los sesenta, con una producción acorde a sus tiempos. Dos melodías (estrofa y estribillo) perfectas, bien cantadas y bien armonizadas, guitarras muy simples pero con gancho, energéticas sin resultar ruidosas, poppies sin resultar empalagosas, un ritmo sencilo pero pegadizo, y una letra de amor sin muchas complicaciones. Una canción que por si sola aplasta a la mitad de temas del recopilatorio rojo de The Beatles en su propio terreno. Canción que por cierto los geniales Jellyfish versionearon un par de décadas después.

La otra canción imprescindible es "Without you", la canción más famosa de Badfinger, que fue popularizada posteriormente por Harry Nilsson, y después por Mariah Carey (y hace poco escuché en la radio una versión en español realmente abominable), pero como la original, nada. Una balada romántica, elegante, acompañada por un mullido colchón acústico y leves pinceladas eléctricas. La melodía, de nuevo, de cinco estrellas. La interpretación, emotiva, cargada de sentimiento. Una canción muy especial, que quizá no merezca más fama que otras de este disco, no deja de ser una de las grandes baladas del rock.

La cosa por suerte no se queda en dos temas. "I can't take it" y "Love me do" (nada que ver con el clásico de Lennon/McCartney) por ejemplo son dos temazos de pop en una onda no muy distinta a "No matter what". "Midnight caller" es otra balada, esta vez con piano, que está como mínimo a la altura de "Without you". "Blodwyn" y "Better days" llevan una onda más americana, sureña, sin perder en ningún momento la accesibilidad melódica ni el encanto pop. En total, doce temas, doce joyas de la música pop.

Para el final dejo la última pieza del disco, "We're for the dark", simplemente una guitarra acústica supersimple sobre la que Pete Ham canta una de las melodías más irresistibles del disco. Se le agregan arreglos de cuerdas que no quedan mal y ayudan a despedir el disco con un toque más oscuro, pero lo cierto es que no eran del todo necesarios: la melodía se sustenta por si misma.

El final de Badfinger no fue feliz. Tras unos malos tiempos, pocas ventas, ser estafados y que su disco "Wish you were here" (1974) fuera retirado del mercado sin apenas haber pasado tiempo a la venta, Ham se ahorcó en 1975, dejando a su novia embarazada y llena de deudas. En 1983 Evans le imitó, tras una discusión con Molland sobre los derechos de autor del tema "Without you". En 2005 Gibbins murió por causas naturales. Molland sigue desde hace bastantes años girando bajo el nombre de Joey Molland's Badfinger, pero obviamente, no es lo mismo. La música de estos cuatro británicos ha quedado en el tiempo como un preciado tesoro que nos vemos obligados a racionar, siendo conscientes de que no va a haber más.