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sábado, 11 de octubre de 2008

PINK FLOYD - Atom heart mother (1970)



"Atom heart mother" pertenece a la etapa más oscura de la discografía de Pink Floyd. Esa étapa tras su prometedor inicio psicodélico y anterior a su gran éxito comercial que llegaría de la mano de "The dark side of the Moon". Es por eso que fuera de la gente ya metida en la banda no es un disco demasiado conocido. Influye además el odio que los componentes de la banda parecen tener por la pieza principal del disco, que ha hecho que no sea nunca rescatada para el directo en giras posteriores.

"Atom heart mother" ya fue un disco que consagraba el estilo que más tarde seguirían haciendo Pink Floyd, siendo un nexo entre la experimentalidad de su anterior obra ("Ummagumma") y el sinfónico y relajado "Meddle" que vendría un año después. Los ritmos típicos de Nick Mason, esas voces armoniosas, las raíces blues principalmente gracias a la guitarra de Gilmour y los órganos de Wright sonando más rockeros que nunca antes habían sonado... podría decirse que "Meddle" es un disco que intenta refinar y perfeccionar lo mostrado aquí, pero por su contra, pierde parte del factor experimental y bizarro que aún es latente en este LP.

La cara A del disco está ocupada por "Atom heart mother suite" con sus más de 23 minutos. El tema es un collage de partes bastante distintas, que en un momento dado, la banda decidió que tenía que orquestar. Para ello contaron con Ron Geesin, que se encargó de la orquestación y, en parte, de la composición que acabó de moldear la obra como un todo. Está dividida en distintas partes. La primera, "Father's shout", podría ser vista como el tema principal y sus motivos van apareciendo de vez en cuando por el tema. Es un segmento de unos tres minutos, con un riff cargado de fuerza interpretado por los instrumentos de viento, y con Mason marcando el ritmo de manera impecable. Luego llega "Breast milky", una completa maravilla, más relajada, donde escuchamos un solo de violonchelo absolutamente precioso, con un mágico acompañamiento de teclados y la guitarra de Gilmour, que tarda más en entrar, y suena extraída desde el mismo corazón del blues. "Mother fore", que va desde el mínuto 5 al 10 mantiene el nivel bien alto. Es una parte más atmosférica, donde el peso principal lo lleva un coro que figura acreditado como John Aldiss Choir. Sencillamente sobrecogedora. Del mínuto 10 al 15 encontramos una potente jam bluesera llamada Funky dung, con el órgano y la guitarra en su mejor momento, al estilo de la que encontraremos en la pieza magna de su siguiente disco (y quizá del grupo), "Echoes". "Mind your throats, please" ocupa más o menos del 15 al 19, y es la parte más experimental, donde podemos encontrar unas partes vocales muy originales que en parte me recuerdan a las que usarían los franceses Magma en su "Mekanik Destruktiw Kommandoh". "Remergence", que es la última parte, juega con distintos segmentos ya aparecidos, conduciendo el tema hasta un final apoteósico. Sublime. Espectacular. Divino. Una de las mejores obras del rock progresivo en toda su historia.

La cara B, muy infravalorada, tiene en mi opinión también mucho que decir. Consiste de tres temas, uno compuesto y cantado por cada miembro menos Mason, y un instrumnental obra de la banda que cierra el disco. "If" es una preciosa balada de Waters, basada en guitarra acústica y con la eléctrica de Gilmour y el piano adornando de manera muy delicada. "Summer '68" es mi favorita de este segmento. Es un tema compuesto por el recientemente difunto teclista Richard Wright, una canción pop que se fundamente en el piano y los vientos (impresionante lo que entra tras el segundo estribillo). Una joya, y quizá mi canción favorita aportada por Wright al grupo (que aportaba pocas, pero siempre eran excelentes). Gilmour por su parte termina de definir su estilo personal lánguido y relajado con la balada "Fat old Sun", al servicio de su hermosa voz y su aún mejor guitarra. De este trío es la canción que menos me gusta, pero el final nunca deja de ser sobresaliente, especialmente por el ataque eléctrico que aparece al final del tema. Al que le guste este tema, le remito al reciente disco en solitario de David Gilmour "On an island" (2006), muy bueno en mi opinión. La que resta es "Alan's psychedelic breakfast", una bizarría instrumental, que en mi opinión, en lo menos interesante del disco, aunque se hace muy agradable de escuchar. Además, parecerá extraño, pero me encantan esos sonidos de gotas cayendo, cerillas encendiéndose y demás pormenores. Tengo entendido que cuando interpretaban esta canción en directo realmente reproducián estos ruídos, llegando a freír huevos sobre el escenario. Sus tres partes, la primera guiada por Wright con su piano, la segunda por Gilmour con guitarra acústica, y la tercera por el teclado de nuevo son realmente buenas, especialmente la última, que tiene toda la solemnidad y épica de Pink Floyd en sus mejores momentos, y hacen que estos trece minutos no se hagan aburridos, pero se echa en falta la soberbia genialidad del resto de temas.

En resumen, "Atom heart mother" es un disco genial, incluso dentro de la discografía del mejor grupo de la historia, que podría mejorar únicamente mejorando su último tema, pero tampoco hay demasiado que objetar. Imprescindible.





lunes, 2 de junio de 2008

PREMIATA FORNERIA MARCONI - Per un amico (1972)



"Per un amico"
sea posiblemente mi disco de rock sinfónico italiano favorito, junto con el debut de Banco Del Mutuo Soccorso, y aunque el de Banco gane en espectaculares momentos puntuales, el disco que hoy nos ocupa gana en regularidad. Es un disco terriblemente consistente que se disfruta de principio a fin sin apenas momentos de decaída. Premiata Forneria Marconi representaron a la perfección lo que es el sinfonismo italiano. Ese lirismo, sus melodías apacibles, casi pastorales, su refinamiento, sus voces armoniosas... una vez se tiene cierto bagaje en el rock progresivo, esta debe ser la puerta de entrada al submundo italiano más adecuada.

Este disco viene precedido por un también fantástico debut titulado "Storia di un minuto", disco de cuyo estilo apenas se despegan, pero sobre cuya base desarrollan su música de manera más atrevida. A fin de cuentas, "Storia di un minuto" es un disco musicalmente bastante convencional, sin ninguno de esos elementos que pueden hacer que escuchar rock sinfónico delante de gente ajena al estilo pueda provocar algún reparo, mientras que en "Per un amico" ya se atreven a mostrar una faceta más deshinibida, a veces con mejor resultado a veces con peor, pero por suerte, nunca degenerando en lo absurdo o lo inescuchable.

"Per un amico" fue un disco ciertamente exitoso. Se debe a que consiguieron llamar la atención lo suficiente como para que se les ofreciera grabar una versión en inglés del mismo (titulada "Photos of ghosts"). Esta versión, en la que además se incluía una nueva versión en inglés del tema "È festa" de su debut, con el nombre de "Celebration", tuvo éxito internacional, y les convirtió en el grupo de rock sinfónico ítalo más exitoso de la historia, y quizá el único del que no sorprenda demasiado en exceso encontrar sus discos en la estantería de un oyente de rock clásico sin especial interés en el rock progresivo.

El inicio del disco con "Appena un po'" tendía a provocarme indiferencia en un principio, hasta que alguna escucha reveladora en un momento determinado me hizo cambiar de opinión. Se inicia apaciblemente, emulando la música ¿renacentista? con una melodía no demasiado original pero bien llevada, que va tomando cuerpo más rockero. Por la introducción ya podría ser un clásico por derecho propio del rock sinfónico, pero además no le falta una melodía vocal increíble, arropada por un juego de melotrón y flauta exquisito, ni un desarrollo instrumental sobresaliente que hace de sus siete minutos y cuarenta y cuatro segundos una experiencia que merece de sobras ese tiempo. Este tema es la perfecta representación del disco, y resulta dificil pensar en una opición sobre "Per un amico" en conjunto que difiera demasiado sobre lo que se opine de esta canción. Luego va la alocada instrumental "Generale", donde parece que los instrumentos se van alternando en momentos espectaculares de manera que sea imposible destacar quien aporta más y mejor al tema. Sublime.

También podemos encontrar la propia "Per un amico", que para mí es, de los cuatro primeros discos de PFM que he escuchado, la mejor canción del grupo. Es un tema que empieza preciosamente, como una balada de ensueño que remata en esos "...di piu...di piu...", un gancho vocal inverosimil. A partir de ahí comienza un desarrollo progresivo algo intrincado, que divaga hasta cerca de los tres minutos y medio, donde empieza uno de los momentos más sublimes del género: un riff de guitarra acústica empieza a repetirse mientras el resto de instrumentos provocan una crecida de intensidad que culmina con la BESTIAL entrada del teclado Moog. Es el momento que definitivamente me hizo darme cuenta de la valía de este grupo, un momento que siempre me hace dejar lo que estoy haciendo y prestar atención plena.

"Il banchetto" tiene unos segmentos de piano y teclados diría yo improvisados algo idos de cabeza que quitan mucha fluidez al tema, pero se compensan con que las partes más normales son simplemente excelente, especialmente la melodía vocal, que es la mejor del disco, además de ir acompañada por una letra satírica que queda muy bien. No es que me disgusten esos momentos, pero no creo que queden bien en mitad del tema. "Geranio" termina "Per un amico" magistralmente, con todos los ingredientes que han ido haciendo grande este disco, y terminándolo con un oscuro obstinato.

No es un disco para todos los públicos. A algunos les parece rayante, a otros meloso y carente de fuerza. Aún así yo creo que está claro que estos milaneses tenían una visión del rock bastante peculiar y que, para algunos al menos, podía tornarse muy placentera.



sábado, 19 de abril de 2008

THE STORM - The Storm (1974)


Hoy dedicamos reseña a otro de esos grandes grupos de rock españoles que no gozaron de la suerte que merecían, los sevillanos The Storm. No estoy hablando de uno de esos grupos españoles a quienes miramos con cierta benevolencia por haberse formado en un país y una época donde el rock lo tenía difícil, The Storm tenían la calidad y el potencial suficientes como para poder valorarlos junto a otros grupos de rock extranjeros del momento. Como anécdota significativa, decir que cuando telonearon a Queen en Barcelona el 1974 (lo que daría por haber disfrutado de ese pedazo de doble cartel), los ingleses se quedaron tan sorprendidos que fueron a felicitarles personalmente y se dice que hasta Freddie Mercury les propuso llevarles de teloneros en su gira, pero la idea no se materializó.

Como primera aproximación, The Storm siempre han sido comparados con Deep Purple, y no es de extrañar, ambos grupos se mueven en las mismas directrices (hard-rock, tintes sinfónicos, gusto por las improvisaciones y los solos...) y además se sirven mucho del órgano Hammond, quizás el instrumento con el que más se asocia a los Purple. Musicalmente hablando los cuatro miembros del grupo no sólo son muy buenos músicos sino que suenan perfectamente compenetrados, algo que se nota mucho en los temas instrumentales, donde las melodías y cambios de ritmo fluyen de una forma absolutamente natural. En especial no puedo dejar de destacar el maravilloso trabajo de Luis Genil a los teclados y la excelente guitarra de Ángel Ruiz.

La obra que nos ocupa es su debut, el cual grabaron en tan sólo cuatro horas y media prácticamente en directo. Aún así las condiciones en que se grabó no hacen que el resultado final se resienta en absoluto: el disco suena potentísimo, las composiciones son excelentes (en mi opinión ninguna flojea) y los cuatro tienen oportunidad de lucirse musicalmente. A día de hoy es seguramente mi disco español favorito de todos los tiempos y realmente creo que no desentonaría entre otras pequeñas bandas clásicas anglosajonas.

El contenido del disco puede dividirse en temas cantados más rockeros y cortos y temas instrumentales algo más largos (siendo éstos mis predilectos). Y si algo no se le puede achacar es que comienza de una forma brutal, con mis dos temas cantados favoritos. Para empezar nos encontramos con el adictivo “I’ve Gotta Tell Your Mama”, que tiene un estribillo que me encanta y que merecería ser un single de éxito. A éste le sigue “I Am Dust”, y si ya decíamos que la banda recuerda mucho a Deep Purple, aquí directamente parece que se nos ha colado una canción de los británicos porque el estilo Purple es marcadísimo con el protagonismo que cobra el órgano y sobre todo la voz que en ciertos momentos pega unos gritos al puro estilo Ian Gillan.
El primero de los instrumentales tiene el rockero nombre de “Un Señor Llamado Fernández de Córdoba”, que hace referencia a su mánager. Es un tema excelente donde ya se meten en terrenos más sinfónicos dominados por la improvisación y guiados por el omnipresente órgano de Luis Genil y con otro magnífico trabajo a la guitarra de Ángel Ruiz. No es uno de esos instrumentales en que la banda se mete en caminos de difícil salida para exhibir piruetas musicales, sino que suenan firmes y muy compenetrados musicalmente siguiéndose en todo momento y sin pisarse. Magnífico.
A continuación le siguen tres composiciones que vuelven al estilo rockero más directo: “Woman Mine”, de la cual destaco sobre todo sus pequeños momentos instrumentales dominados de nuevo por el órgano; “It’s Alright”, que recuerda al estilo rockero festivo de “I’ve Gotta Tell Your Mama” y que aquí incluye la novedad de que cantan algunas partes en castellano (aunque la verdad es que las primeras veces que la oí ni me di cuenta); y “I Don’t Know”, que pese a su corta duración cuenta con unos cambios de ritmo y melodía muy conseguidos.
El segundo instrumental es el excelente “Crazy Machine”, en el que pasan de unas atmósferas tenebrosas a otras más jazzísticas y rockeras desembocando en un magistral solo de batería. Sin duda el momento cumbre del álbum junto al primer instrumental.
Y para acabar, otro instrumental que es el único tema sin órgano tal y como anuncia su título: “Experiencia Sin Órgano”, que compusieron en la misma sesión de grabación de forma espontánea mientras improvisaban. Al estar ausente el órgano aquí se basan mucho más en la guitarra, que es quien conduce la canción con un sonido muy hard-rockero.

The Storm crearon un debut excelente y consiguieron hacerse un nombre en la escena rockera underground de la época pero su carrera quedó truncada en gran parte por algo tan estúpido como que tuvieron que cumplir con el servicio militar. Cuando volvieron grabaron otro disco pero ya no era lo mismo, su momento había pasado y ellos se dieron cuenta. Ya no se les recordaba tanto como antes y de todos modos el panorama musical había cambiado mucho en general.
Sea como sea, siempre nos quedará esta magnífica obra, y es que es impresionante comprobar como había por entonces en España bandas capaces de sonar así y con tanto talento. No dejemos que eso se olvide, “The Storm” demuestra que en España se podía rockear bien.

domingo, 6 de abril de 2008

PESCADO RABIOSIO - Artaud (1973)



Hay gente que es muy injusta con el rock hispano, y que no le tiembla la voz a la hora de calificarlo como una mala copia del rock anglosajón si se limita a inspirarse en los grandes grupos de fuera. Quiero decir: si unos chavales ingleses decieden montar un grupo de blues rock que no aporta nada especialmente revolucionario, pues no pasa nada, pero si unos españoles hacen lo mismo, no habrá quien los acuse de poca originalidad, y por extensión de ser parte de "el problema" del rock hispano, cuando realmente hacen algo tan (o tan poco) reprochable como los ingleses anteriormente nombrados. Pues la gente que piensa así comete a veces graves errores, puesto que hay rock hispano que a lo mejor se isnpira principalmente en lo de fuera, que ni revoluciona nada ni aporta elementos autóctonos, pero que aún así, tiene personalidad. Tiene identidad, un sonido propio, y entrega algo que ningún otro disco anglosajón puede aportar. "Artaud" es eso mismo, un disco que no inventa nada, y que al mismo tiempo, tiene suficiente identidad propia como para justificar su existencia (como si tener grandes canciones no lo justificara lo suficiente).

Luis Alberto Spinetta es un músico de sobras conocido en Sudamérica, pero no tanto en España, sí que hablaré un poco de él. Es una de las grandes figuras del rock argentino, de hecho podría considerarse que su grupo Almendra, junto a Los Gatos y Manal, fueron los padres del rock argentino. A este grupo le siguió Pescado Rabioso, que grabó dos discos "Desatormentándonos" y "Pescado 2". Tras la separación del grupo, Spinetta llevó a cabo la ilícita decisión de sacar un disco en solitario bajo el aspecto del tercer disco de Pescado Rabioso, rodeado de músicos que no tenían que ver con lo que era el grupo. Por aquel entonces se justificó diciendo que le gustaba mucho el nombre del grupo y que lanzarlo bajo su propio nombre le parecía que no tenía gancho, aunque como se vio más adelante, cambiaría de opinión.

La diferencia con los anteriores discos es notable. Mientras que los anteriores eran blues rock con algún tinte progresivo, esto tiene un estilo totalmente distinto. De nueve temas que componen el disco, cinco están grabados sólo por Spinetta, a la guitarra acústica principalmente, aunque también aparece la eléctrica, en algunos temas de manera contundente y poderosa, y en otros pincelando pequeños matices que quedan de auténtico lujo. Aún así no es un disco de canción de autor, o de serlo, no es un disco de canción de autor al uso. Las melodías son extrañas, surrealistas, de alguna manera tratando de acompañar las letras, y en conjunto siento un homenaje al poeta francés Antonin Artaud. Es esto lo que lo convierte en una experiencia única, al menos dentro del rock. Spinetta, al menos en sus mejores momentos, puede ser acusado de todo menos de ser ordinario, y "Artaud" es la obra donde más se distingue del resto, donde de verdad merece el apelativo de único.

"Todas las hojas son del viento" es la canción que da comienzo a la obra. Empieza de manera súbita, con la voz de Spinetta entrando al mismo tiempo que la primera nota de guitarra, con una melodía brusca en las estrofas y delicada en el estribillo. Esta canción tiene su historia, ligada a Cristina Bustamanete. Cristina es su primer gran amor, a la que dedicó el primer éxito de su carrera, "Muchacha (ojos de papel)" de Almendra, y cantó el "Blues de Cris" tras la ruptura. Ahora parece que Cristina está embarazada de otro hombre, y Spinetta le dedica esta canción, deseándole suerte en la nueva vida que le espera, dándole ánimos para poder emprender la tarea de la maternidad de manera correcta.

En este disco encontramos una canción que seguramente sea LA JOYA de Spinetta, quizá (y sólo quizá) unicamente tras "Los libros de la buena memoria" de Invisible, "Cantata de puentes amarillos". Con apenas poco más que la guitarra acústica y su voz se despliegan ocho imponentes minutos de melodías soberbias que aparecen y desaparecen, como lo que es una de las suites progresivas más extravagantes jamás grabadas. La letra, como es habitual en Spinetta, no dice nada y al mismo tiempo lo dice todo, es infalible llenando la mente de imágenes sugerentes, oscuras, que se bastan por si mismas para reproducir en la imaginación de cada oyente cual sería el más perfecto videoclip para el tema.

En el aspecto más rockero del disco tenemos otra gran joya llamada "Bajan", el temás más normal del disco y de nuevo una de las composiciones más perfectas de Spinetta, con un estribillo GRANDIOSO y un trabajo de guitarra eléctrica rebosante de clase. También están "Superchería", con muy buenos cambios de ritmos (yo personalmente adoro la parte más rockera, "Siempre soñar, nunca creer, eso es lo que mata tu amor..."), o el oscuro blues "Cementerio club", que remite perfectamente a ese "Pescado 2". El último tema que me gustaría destacar es la psicodélica "A Starosta, el idiota", donde además aparece un piano que suena delicioso y Spinetta canta con muchísima fuerza en algunos momentos.

"Artaud"
es un disco irrepetible. Un mundo aparte en el que zambullirse de cabeza, y perderse en una sencíllez que nunca deja de revelar nuevos detalles. Una prodigiosa creación que parece no haber terminado nunca de entregar todo lo que puede. Posiblemente, y sin demasiados rivales a tener en cuenta, la obra maestra del rock en español.



martes, 25 de marzo de 2008

ÑU - Cuentos de ayer y de hoy (1978)



Haz la prueba... vete a cualquier foro de heavy metal, o de rock progresivo y pregunta por los inicios del metal progresivo. Muchos mencionarán a Dream Theater, y no faltará quien mencione a otros como los olvidados Fates Warning. A lo sumo te mencionarán algún otro disco muy anterior, que puede haber influenciado, pero que no acaba de ser metal progresivo. Y ya está. Nunca te mencionan este disco. Y sí, este disco es metal progresivo en estado puro. Metal por sus riffs, por el sonido de guitarra y por la manera de cantar, progresivo no porque simplemente sea intrincado, sino porque las composiciones están realmente cerca del estilo de los grupos clásicos del estilo. "Cuentos de ayer y de hoy" es sin duda un disco adelantado a su género, y por más que pase el tiempo, no acaba de llegar nunca la reivindicación que muchos discos de tal característica acaban logrando.

Ñu con los años se convirtieron en clásicos del rock duro español de los 80. Su fórmula podía variar, desde el hard ochentero de laca y cardado hasta el heavy más clásico, pasando por el folk medieval, pero casi siempre manteniendo una base de rock duro. A esto se sumaba un rasgo crucial: José Carlos Molina, cantante, compositor y único miembro del grupo que se ha mantenido disco tras disco (a veces llegaba a cambiarse la formación completa menos él de un disco para otro) tocaba además la flauta, al más puro estilo de Ian Anderson (Jethro Tull), lo que se convirtió en uno de los rasgos principales del grupo.

Pero lo curioso es que la discografía del grupo empieza con "Profecía", donde la flauta no aparece. Arranca el disco a todo trapo con un brutal riff de violín a manos de Jean François André, que estaría en Ñu durante sus dos primeros discos. Aquí ya podemos apreciar gran parte del estilo del disco: los riffs de guitarra son muy agresivos y durante los solos adquieren un tono muy afilado con cierto regusto bluesero. El bajo además está muy marcado (¡como a mi me gusta!) y se aprecia la herencia de r&b clásico de Jorge Calvo con dicho instrumento (no confundir con el Jorge Calvo teclista que entraría al grupo décadas después). La batería tambíen suena bastante bien, quizá algo opaca, pero a mí me gusta. Hay quien se queja del sonido del disco pero yo lo encuentro más que aceptable a nivel objetivo, y además creo que sienta envidiablemente al disco.

En fin, "Profecía" es un gran tema, intenso y lleno de oscuridad (excelente la tensión que aporta el violín durante las partes cantadas). Lo mejor del tema es el final, cuando la guitarra desaparece y un sutil crescendo sinfónico nos conduce hacia un final magistral. "Preparan" es aún más potente, y además aparece la flauta por primera vez. De nuevo la canción es una joya, puro heavy progresivo pasado de vueltas. André simplemente, está IMPRESIONANTE, la descose durante todo el tema. "Algunos músicos fueron nosotros" es algo más tranquila. Si las anteriores eran muy heavys, esta es más rocanrolera, si las otras hablaban de finales del mundo y batallas, esta habla sobre música, y el tono en general es más desenfadado. Podría decirse que el disco va organizado en bloques: si los dos primeros temas eran oscuros y agresivos, el tercero y el cuarto (que da nombre al disco) son más festivos y con un aire más hippie incluso. "Cuentos de ayer y de hoy" es un llamamiento a la vida sencilla, al campo, un rechazo al humo, es asfalto y el cemento. "Queremos ver limpia la tierra, no la tapéis de alquitrán y hormigón", dice. Todo a ritmo de folk medieval metalizado.

Y el tercer bloque posiblemente sea el mejor (o no, este disco es una joya de principio a fin), el de las dos grandes piezas progresivas. Dos temas extensos, de genial desarrollo, más inspiradas en los grupos clásicos. "El juglar" está muy inspirada en los temas acústicos de Jethro Tull, con la correspondiente dosis de distorsión extra. Más sorprendente me resulta "Paraíso de flautas", que me trae a la mente las ensoñadoras atmósferas de los primeros King Crimson. "El juglar" es solemne, hermoso. Narra el cuento de un extraño que llega a un triste lugar a intentar cambiar las cosas para bien y es rechazado. Mantiene una base muy poco cambiante a lo largo de sus 8 minutos, pero los brillantes solos instrumentales y los cambios de intensidad impiden que resulte aburrida. Con respecto a "Paraíso de flautas"... es un hito dentro del rock progresivo nacional, comparable a las más reconocidas obras como "Abre la puerta" de Triana o "Si todo hiciera crack" de Crack, y capaz de competir perfectamente con muchas obras internacionalmente reconocidas. Sublime. Entrar a describirla es absurdo.

No sé cuantos discos mejores que este se habrán hecho en España, ni cuantos discos metaleros superan a este. En mi opinión, pocos en ambos casos. Tanto este debut, como su sucesor "A golpe de látigo" (1980) me parecen necesarios para el amante del rock en general. El resto de su discografía ya, a gusto de cada uno, pero estos dos son esenciales.

domingo, 16 de marzo de 2008

CAMEL - Breathless (1978)



Seré drástico y controversial: "Breathless" es el mejor disco de Camel. Los fans ahora estarán tirándose de los pelos. Bueno, da igual. Veamos: Camel pertenecieron a una generación de grupos de rock progresivo, pues debutaron cuando los grandes del género ya estaban totalmente consolidados y con una discografía a tener en cuenta. Influenciados por grupos como Pink Floyd y Caravan, debutaron con el buenísimo "Camel", con algunos temazos inolvidables como "Never let go", y redondearon su fórmula de rock progresivo con "Mirage", que contenía aquel "Lady Fantasy", uno de los grandes temas del género. "Music inspired by The Snowgoose" sería posiblemente su obra más aclamada, pero a mí nunca me pareció la obra maestra que todos dicen. El siguiente, "Moonmadness" explora con gran acierto la faceta más relajada y, por decirlo de alguna manera, floydiana de Camel. Llegó entonces un importante cambio en la formación: el bajista Doug Ferguson fue sustituído ni más ni menos que por Richard Sinclair, que había militado en grandes grupos como Hatfield And The North o los grandiosos Caravan. Además, se incorporó al grupo al saxofonista (aunque tocaba todo tipo de instrumentos de viento en general) Mel Collins, que había tocado con King Crimson entre otros. Esta formación completó a los ya habituales: Andrew Latimer como guitarrista, Peter Bardens como teclista y Andy Ward como batería. Así sacaron dos discos, "Rain dances", y el que nos ocupa, "Breathless".

Mientras que algunos grupos que con los años dejarían entrar en sus influencias estilos más pop se tomaron su tiempo para llegar a ese punto, a Camel sólo les tomo cinco años. Ya no eran aquel rock sinfónico tan "de manual" de sus primeros discos, y no tenían reparo alguno en atreverse con baladas ciertamente comerciales, pop sin mayores complicaciones o incluso música disco. Y yo creo que hicieron bien. Mis razones, las tengo muy claras: Camel en sus primeros discos son muy grandes, igualmente, pero cuando se ponen más atmosféricos, o más improvisatorios, por lo general, no acaban de convencerme. Latimer es un gran guitarrista, pero por ejemplo, no es como David Gilmour, que consigue emocionar con el mero sonido de su guitarra, toque lo que toque. Pero cuando se ponen las pilas y componen una melodía bien definida, un riff, un buen gancho vocal... ahí si que son grandes, ahí es donde todas sus pretensiones se cumplen. ¿Qué sucede pues? Que en "Breathless" se centran mayormente en ese tipo de cosas, en lo que mejor saben hacer. A partir de una melodía vocal excelente, prefieren limitarse a construir un fabuloso tema pop que a añadirle partes instrumentales porque sí.

Pero lo mejor de todo es que aún así siguen sonando a Camel. Unos Camel renovados, más luminosos, más accesibles, pero la esencia del grupo sigue estando ahí. No hay más que escuchar la inicial "Breathless", pop comercial de la mejor factura pero con el toque imaginativo de Camel, y el particular sonido que denota que la canción es pop pero interpretada por un grupo de rock progresivo. Otro ejemplo es "Down on the farm", la particular aportación de Sinclair, muy tonta, pero melódicamente muy buena, me parece, o "Wing and a prayer", una delicia pop de primera categoría. Quizá la estrella del disco sea "Summer lightning". La canción es música disco de finales de los setenta, pero al igual que las otras, suena a Camel por los cuatro costado. La parte central de teclados está llena del misterio de discos como "Moonmadness", y las melodías vocales siguen llevando la marca del grupo, aún estando sobre una base funk más movida. Aunque lo grandioso de la canción es el final, donde Latimer se arranca con, posiblemente, su mejor solo de guitarra.

Aún así el rock progresivo no está olvidado, gracias a temas como "Echoes", que podría figurar perfectamente en discos como "Mirage" si no fuera por el leve regusto comercial añadido, y la muy buena instrumental "The sleeper", que en mi no desata tanta pasión como a los fans de la vieja escuela, aunque sí me gusta mucho igualmente. Hay dos baladas que a mi me encantan, "Starlight ride" que cierra la cara A del vinilo, y "Rainbow's end", que cierra el disco, muy buenas también ambas. El punto bajo del disco es el insulso pop "You make me smile", que tiene muy buen estribillo, pero el resto de la canción es una estupidez.

No seré yo quien diga que a este disco le falten más desarrollos instrumentales, temás más largos... en resumen, más elementos característicos del rock sinfónico. El disco está perfecto como está.

sábado, 8 de marzo de 2008

OSIBISA - Osibisa (1971)



Osibisa, en alguna lengua ghanesa significa "Cruce de ritmos que explotan con felicidad". No hay palabra mejor para definir su música. Osibisa es un grupo fundado en Londres por músicos de distintos lugres de África y el Caribe. En su formación original, que grabó este disco, encontramos tres ghaneses (Teddy Osei al saxofón, Sol Amarfio a la batería y Mac Tontoh a la trompeta, siendo los dos primeros los únicos que se han mantenido en todas las formaciones del grupo), un nigeriano (Lasisi Amao a la percusión y saxo tenor), un trinitense (Robert Bailey, teclista), un antiguano (Wendell Richardson, guitarra) y un granadino (Spartacus R al bajo).

La música de Osibisa es tan genial como la naturalidad con la que fluye. Ritmos tribales, percusión caribeña y africana, rock progresivo, cantos étnicos, jazz fusión, alegría, optimismo, vida y espiritualidad a partes iguales, música tanto para una fiesta ritual como para relajarse.

Comienza el disco con una frase que queda para la historia del rock, cuando oímos esa voz con indiscutible acento negro decir aquello de: "Osibisa, criss-cross rhythms that explode with happiness. We gonna start this happy vibes from the root, and the root is early one morning in the heart of Africa." Y empieza "The dawn", una increíble carta de presentación. Un largo crescendo instrumental donde Osibisa decide empezar su discografía mostrando su potencial, con un ritmo pegadizo, que poco a poco te va introduciendo en el disco. Solos de flauta (arranque brutal a lo Jethro Tull cerca del final), de guitarra, potentes riffs de vientos... en resumen, lo que es el disco, concrentrado en un sólo tema. Mi favorita del disco es la segunda, el single "Music for Gong Gong". Un tema muy festivo, cuyo riff de metales es mítico, y el ritmo impide que uno pueda estarse quieto durante la canción. Ni siquiera durante la parte algo extensa en la que sólo se oyen percusiones se hace cansino para nada. Un tema que demuestra perfectamente como una canción bailable puede ser excelente. La manera de retomar el riff inicial para terminar, totalmente de antología. Un clásico. "Ayiko bia" introduce voces, llenando la canción de irresistibles cánticos que te hacen sentir en dicha mañana en el corazón de África que se mencionaba en el inicio del disco. De esta canción debo destacar además el maravilloso trabajo de Richardson como guitarrista, que toca con muchísimo feeling y una limpieza envidiable.

Un maravilloso más de lo mismo es lo que encontramos en la cara B, que no decae ni un momento. Además aquí encontramos más voces, lo que a mi gusto hace el disco más ameno (es que estos temas son irresistibles de cantar a grito pelado, diantres). Un tema como "Akwaaba" así lo prueba: más felices explosiones de ritmos, que a uno en este punto le gustaría que no pararan nunca. En esta segunda mitad encontramos dos de mis momentos favoritos del discos, el principio de "Oranges", que tiene un riff muy alegre, incluso pop maravilloso, y el final magistral del disco con "Think about the people", canción que tiene una letra en inglés hecha y derecha, cantada muy buen por Richardson (aunque el lider compositivo del disco es Osei, este tipo está que se sale de principio a fin), y tiene un importante regusto a Santana y una abundante sobredosis de órgano hammond. Por ahí por medio queda "Pallus C", que tiene un ritmo juguetón, una genial batería y unos coros geniales repitiendo el título una y otra vez.

Osibisa empezarón pisando fuerte, con un sonido perfectamente definido y las ideas claras, dando lugar a uno de los mejores debuts de la historia. Empezando por la genial portada, con tan excelso animal que no podía salir más que de la mente de Roger Dean. Si eres aficionado al rock de los setenta, y eres de los que le gustá el toque distinto que dan las percusiones latinas en Santana y que no puede evitar sonreír cuando le ve a cierto tema algún toque tribal, quizá podrías dar un paso más allá y zambullirte en la feliz explosión de ritmos cruzados. Yo, lo recomiendo.

viernes, 15 de febrero de 2008

MCDONALD & GILES - McDonald & Giles (1970)


Detrás de esta portada tan entrañablemente ridícula se esconde una pequeña joya del rock progresivo.
Para entender de donde salen estos McDonald y Giles tan elegantemente vestidos debemos remontarnos a 1969. En ese año, King Crimson publicaron su mitiquísimo y soberbio debut. Y pese a que la carrera de la banda no podía empezar de mejor manera, Ian McDonald (encargado de los instrumentos de viento y teclados además de compositor de los temazos “I Talk To The Wind” y “The Court Of The Crimson King”) y Michael Giles (batería) se fueron para probar suerte por su cuenta dejando que se encargara Fripp de acabar el segundo disco de la que por entonces sería ya definitivamente su banda.

La mayoría de temas que aparecen aquí los había estado componiendo McDonald estando aún en King Crimson y algunos de ellos de hecho ya estaba previsto que aparecieran en el “In The Wake Of Poseidon”. En cuanto al estilo de esta obra, a mí personalmente me recuerda mucho al debut de King Crimson aunque quizás le falte un poco ese toque épico tan especial que tiene, pero no por ello deja de ser un disco excelente.

El disco empieza fuerte con “Suite In C”, un largo tema bastante complejo que empieza con una melodía bastante tranquila con unos preciosos coros y arreglos orquestales hasta desembocar en una parte instrumental mucho más jazzística, que acaba con una pegadiza melodía basada sobre todo en los teclados (que por cierto, los toca nada más y nada menos que Steve Winwood).
“Flight Of The Ibis” es uno de mis momentos favoritos, una balada preciosa, delicada y muy especial. Como curiosidad cabe decir que en el disco crimsoniano “In The Wake Of Poseidon” aparece una canción llamada “Cadence and Cascade” que recuerda muchísimo a este tema. Al parecer éste era uno de los que iba a aparecer en dicho disco pero McDonald se lo llevó consigo cuando decidió emigrar de la banda. Fripp a cambio se quedó la letra que iba a tener dicho tema y le puso una nueva música... pero oyendo el resultado final uno no puede evitar pensar que se basó mucho en la melodía que había compuesto su excompañero o quizás que incluso intentó recrearla.
A ésta le sigue otra balada de corte más intimista: “Is She Waiting?”, que canta McDonald acompañado sólo de una guitarra acústica y unos leves toques de piano.

El único tema compuesto por Giles que encontraremos será “Tomorrow’s People – The Children Of Today”, una pieza en la que se erige como absoluto protagonista con esa espléndida batería recordándonos que era un excelente músico. A diferencia de las piezas anteriores tiene un tono más rockero excepto en un leve interludio instrumental en que el protagonismo pasa de nuevo a McDonald haciendo un pequeño solo de flauta.

Y para acabar, el tema más ambicioso del disco y en mi opinión el mejor: “Birdman”, una pieza de más de 20 minutos dividida en varios segmentos siguiendo la tradición de las grandes composiciones del rock progresivo. En general mantiene el estilo del disco pasando de pasajes más jazzísticos (con gran protagonismo de McDonald al saxofon y una impecable sección rítmica de los hermanos Giles) a otros más solemnes con protagonismo de teclados. El momento cumbre de la canción para mí llega cuando, hacia la mitad, todo se reduce a una leve melodía de teclados y de flautas que va progresando y progresando lentamente hasta acabar desembocando en el momento culminante del tema en que comienza a sonar la melodía principal, primero de forma lenta con teclados y voces, luego poco a poco acompañada de arreglos y trompetas hasta acabar de forma engrandecida. Colosal, mágico.

Amigos, no se fien de las caras o la corbata de los tipos de la portada, este disco es enorme. Otro clásico a reinvidicar urgentemente.

domingo, 10 de febrero de 2008

KRAFTWEK - The man machine (1978)



Bien. Este es uno de los discos que más me ha contrariado en mi vida. Cuando les descubrí me parecieron una tomadura de pelo, y fue poco a poco, y con tiempo, como pude llegar a apreciarlos. Kraftwerk son, en el fondo, todo lo contrario de lo que pretende ser el rock and roll. Aquí no encontraremos ambientes viciosos llenos de humo, sino inmaculados pasillos corporativos de color blanco. No haremos el amor con ardientes bailarinas negras, sino que seremos atentidos por recepcionistas robot, y el alcohol y otras sustancias destinadas a llevarnos al descontrol serán sustituídos por algún tipo de píldora que nos impedira dormir y nos hará tener mayor eficiencia a la hora de trabajar. La música de Kraftwerk, a día de hoy, es una oda al retrofuturismo, a la inocente (y no tan inocente) perspectiva que se tenía hace años de los tiempos por venir.

Si, vale, esta música es repetitiva, está hecha con sintetizadores desfasados, cajas de ritmos muy simples y voces sintetizadas de tipos que no saben cantar, pero hay algo en su música que lo hace todo muy creíble. Esas atmósferas de ciudades esterilizadas, de vida alienada, de gobiernos totalitarios, ropa blanca y comida en cápsulas, consiguen de alguna manera atrapar a quien escuche el disco, sumergirlo en la distopía y por unos instantes, hacer que quiera formar parte de ella. Esa es la grandeza de Kraftwerk.

"The robots" es, desde su lanzamiento, el grito de guerra, el emblema del grupo. Aquí es donde Kraftwerk encuentran el equilibrio perfecto entre su pasado más experimental y su lado pop. Una canción que al no iniciado puede sonar ridícula, absurda, pero que se las apaña para quedarse grabada en el subconsciente del oyente, y con suerte, tiempo después, acabar conquistándole. Esas voces feas, esos infantiles loops de sintetizador, de repente, cobran sentido. "Spacelab" es mi favorita del disco. Hace honor a su título y pinta en mi mente imágenes desoladoras de un lejando laboratorio en alguna estación espacial, lejos de la Tierra. La melancolía es demasiado palpable como para que yo pueda permanecer impasible. "Metropolis" es algo parecida a "Spacelab", aunque no tan buena. Por primera vez en el disco, aparecen voces no modificadas, que aunque aparecen poco, le dan un toque más humano, y nos hacen bajar de dicha estación especial a cierta gran ciudad en la que siempre es de noche y los coches vuelan.

"The model" es el tema más pop del disco, y aunque podría decirse que suena demasiado sintetizada y aséptica para una canción de este estilo, al mismo tiempo consigue un efecto bastante bueno. La melodía vocal no está mal, aunque a mi me gusta más la que aparece en la parte instrumental central. La letra es una reflexión sobre lo superficial de la sociedad y los ideales de belleza, con algún verso bastante bueno ("She's looking good, for beauty we will pay"). "Neon lights" peca de ser demasiado larga y tener un final quizá demasiado repetitivo que no aporta mucho, pero al mismo tiempo su inicio es lo mejor de todo el disco, gracias a su ambientación de ciudad futurista, similar a la de "Metropolis" pero mucho mejor lograda y su maravillosa, bella y embriagadora melodía vocal. El tema "The man machine" es un muy buen cierre de disco, aunque se parece demasiado a "The robots" y es inferior. Muy buen tema aún así.

Aunque yo hubiera sido partidario de comentar la edición original en alemán del disco, ha sido en inglés como escuché este disco las primeras veces y así me he acostumbrado. Además, el disco no es que esté lleno de letra, por lo que no se nota mucha diferencia entre una versión y otra. Está muy bien este disco. No acabo de verlo como una gran joya (sí como un disco muy bueno), pero si es un disco de gran peso en la discografía de uno de los grupos más influyentes en algunos terrenos de la música popular, y por eso, es un documento que vale la pena tener.

jueves, 7 de febrero de 2008

GENESIS - Foxtrot (1972)



Uno de las cosas que tenía claras en el momento de iniciar este blog es que algún día tocaría hablar de Genesis. Me empezaba a sentir mal por tener algo abandonado esto, así que recurrí a una opción comodín, pues este disco siempre es capaz de inspirarme unas palabras. "Foxtrot" es ni más ni menos uno de los mejores discos del rock progresivo, y uno de los discos más bellos, fascinantes, misteriosos y evocadores jamás grabados. No me parece el mejor de Genesis, puesto que reservo a "Selling England by the pound", pero este disco es sin duda igual de único, de especial, y tiene un toque de mágica oscuridad que lo distingue y lo hace imperdible por si mismo.

Al igual que todos los discos de Genesis, excluyendo el debut, es tan sólo un poco distinto al anterior, y tan sólo un poco distinto al posterior, lo que además le otorga el impecable papel de pieza de continuidad dentro de los discografía de Genesis.

El inicio del disco es por si misma una justificación sobrada para la existencia del Melotrón. Una oscura secuencia de acordes que da paso a una de las mejores canciones del rock progresivo, "Watcher of the skies". Es una de esas canciones tan diferentes a todo, tan particulares, que transmiten sensaciones que no están en ninguna otra canción. El protagonista del tema tras la introducción es Peter Gabriel, que canta increíblemente, además del órgano de Tony Banks. La letra está basada en una vivencia de Mike Rutherford, que mirando por la ventana de un hotel en Italia, pensó en lo que podría pensar un extraterrestre si bajara a la tierra y viera ese desolado paisaje. "Time table" es una balada solemne, donde de nuevo Peter Gabriel consigue poner los pelos de punta, esta vez cantando de manera dulce y majestuosa, acompañado por un fragil y delicado piano (quizá sea este el disco de Genesis donde Banks se luce más como teclista). "Get 'em out by friday" es otro de mis temas favoritos de Genesis. Es el más loco y complejo de la cara A del disco, donde Peter canta de manera más agresivo y el bajo y la guitarra hacen partes más complejas. Continuando su faceta histriónica, iniciada en su anterior disco, Gabriel interpreta a varios personajes al servicio de una letra demencial, una historia sobre empresas que encojen a la gente para poder alquilar más viviendas en menos espacio. No es este el único atractivo de la canción, puesto que la composición de la misma es impecable. A los instrumentos habituales, se suma la flauta tocada por Peter. Sigue la siempre infravalorada "Can-utility and the coastliners", que es algo parecida a "Seven stones" del anterior "The nursery cryme", pero más pulida, y con una impresionante parte instrumental añadida, bastante sencilla por momentos. Un sencillo riff de guitarra acústica se repite una y otra vez, acompañado con un potente (y más ingenioso de lo que parece al principio) ritmo de la batería de Phil Collins, y sobre él Banks hace verdaderas MARAVILLAS con su melotrón al principio y su órgano después, culminando en un momento cargado de intensidad donde Mike Rutherford parece a punto de destrozar su bajo y Steve Hackett se manda un corto pero refinado solo de guitarra, antes de que Peter ponga colofón con unos contundentes versos. Sublime. "Horizons" es una corta pieza de guitarra acústica que apenas hace más que cerrar la cara A, bellísima, y aunque dura poco, queda perfecta donde está.

La cara B está cubierta por una sóla canción, "Supper's ready", de más de veinte minutos. Es imposible hacerle justicia con unas meras palabras. No podría plasmar su magistral inicio, ni explicar por qué una frase tan ordinaria "Hey my baby, don't you know our love is true?" es uno de los versos más carismáticos de la historia del rock progresivo. Ni describir como esa sucesión de fragmentos al principio algo inconexa va tomando forma poco a poco con cada escucha, para llegar al punto de ser uno de los mejores temas jamás grabados, ni la sensación que produce recuperar el estribillo del inicio tras no escucharlo en veinte minutos, poco antes de impresionante fade out que termina al tema. Esta demente visión del Apocalipsis es algo único y totalmente irrepetible en la historia del rock, la obra de cinco genios (incluso Phil Collins, el miembro de Genesis que menos destaca, aquí está increíblemente creativo con sus tambores, y haciendo un siempre genial trabajo como segunda voz en ciertos momentos) en un momento de inspiración divina que jamás volverían a repetir.

"Foxtrot"
es imprescindible. Para que quien guste del rock progresivo lo adore, y para que quien lo deteste, lo tenga como una de las más notables escepciones. No es un disco facil de escuchar, pero es imposible no acabar amarlo. Aunque tengas que darle mil escuchas antes. Anda, corre a conseguirlo.

domingo, 2 de diciembre de 2007

BANCO DEL MUTUO SOCCORSO - Io sono nato libero (1973)



Menudo impacto me produjo este disco cuando lo descubrí... impacto que se desvaneció considerablemente cuando descubrí los dos discos anteriores de este grupo, que me cautivaron mucho más tanto en composiciones como en sonido. Tras mucho tiempo sin escucharlo, y a modo de reconciliación, le dedico estas palabras a "Io sono nato libero".

Banco Del Mutuo Soccorso es una de las dos o tres máximas cabezas visibles del movimiento del rock progresivo italiano, que si bien nunca gozó de la popularidad de la escena homóloga que se daba en el Reino Unido, ha dejado un extensísimo legado y miles de fans por todo el mundo, a pesar de que muchos de ellos lo hayan descubierto muy a posteriori y gracias a Internet (me cuento entre ellos). Su música era, a grandes rasgos, rock sinfónico, con teclados influenciados por Keith Emerson y una voz muy pomposa, de estilo casi operístico. El conductor de la máquina fue uno de los dos teclistas del grupo, Vittorio Nocenzi, aunque la figura más carismática siempre fue su orondo y barbudo cantante, Francesco Di Giacomo, un tipo realmente entrañable y dotado de una de las mejores voces del rock.

Cada uno de los tres primeros discos de BMS tiene una pieza central, una canción notablemente más larga que el resto y que es aclamada con casi total concordancia como mejor tema del disco. En este caso, es la primera canción del disco, "Canto nomade per un prigioniero politico". La diferencia es que mienstras aquellas eran piezas de rock sinfónico al uso, aquí la cosa se complica. Las melodías son más erráticas, la estructura es totalmente cambiante, apenas hay motivos principales que se repitan y conformen la identidad del tema. Supongo que es por cosas así que este disco es ligeramente menos apreciado que los dos anteriores, es ciertamente menos comercial. Eso sí, el tema es soberbio. Es instrumental en gran parte de su duración, aunque lo mejor son las partes cantadas, culminando a mitad de la canción, antes de la parte integramente instrumental, donde Francesco exclama que nació libre, dando lugar a uno de los momentos más escalofriantes de la historia del rock. La segunda parte, más de la mitad de los quince mintos que dura el tema es una verdadera tormenta de ideas, donde a veces puede parecer que no tiene sentido, donde podemos encontrar desde teclados a lo Emerson típicos en Banco hasta percusiones tribales... algunos momentos son más dignos de algún grupo de vanguardia que de lo que venían siendo Banco del Mutuo Soccorso hasta la fecha.

Le sigue "Non mi rompete", que en contraposición al anterior tema, se trata sin duda de la canción más comercial creada por Banco en sus tres primeros discos. Hay quien no simpatiza mucho con este tema, pero yo no le veo más que virtudes. La linea de guitarra acústica es buenísima, y la melodía de Francesco es preciosa. El estribillo es algo frívolo, pero igualmente muy pegadizo y hasta cierto punto emotivo. Sin duda es una muy buena balada, que a mi modo de ver no desentona en el disco. "La città sottile" se encarga de recordarnos qué disco estamos escuchando desde su tenebrosa introducción de piano a la que se suma una agónica melodía vocal, bien dramática, a la altura de lo que se puede esperar de un maestro como Francesco. Hay además un extraño y sencillo pero buenísimo solo de guitarra. Algo más dinámica comienza "Dopo... niente è piu lo stesso", que cuenta con un sensacional riff de teclado, pero pronto acaba tomando el tono general del disco, y se torna bizarra y misteriosa, con abundantes cambios de ritmo. Con la pequeña instrumental "Traccia II" se sigue la tradición de Banco de cerrar sus discos con temas breves y poco espectaculares (aunque este es bastante bombástico) que, sin embargo no quedan mal.

Y eso es todo. No es lo más indicado para iniciarse en Banco ni en el sinfónico italiano (aunque yo lo usara), pero de todas maneras es un gran disco al que se debería llegar tarde o temprano.

viernes, 26 de octubre de 2007

FAUST - So far (1971)



Los alemanes Faust debutaron en 1970 con un extraño disco homónimo que parecía más un collage de sonidos y ruidos varios que funcionaba bastante bien. Pero como suele pasar con grupos así, suelen obtenerse mejores resultados cuando, en lugar de recrearse en su propia locura y experimentalidad, deciden poner esos factores al servicio de canciones inteligente estructuradas. Y así fue como surgió "So far", uno de los mejores discos de rock experimental de la historia.

Es un disco oscuro y hostil, pero con un extraño sentido del humor. Muy influenciado por The Velvet Underground principalmente, tanto en el sonido de algunos temas como en el afan de hacer algo creativo e innovador. Es un disco homogénero en sonido, pero al mismo tiempo muy variado, por lo que no se hace cansino para nada. Además es relativamente accesible, por lo que una persona que tenga más o menos algo de cultura en rock clásico no debería tener muchos problemas con el disco. Pero lo cierto es que es de esos discos en los que es más ilustrativo hablar de cada canción que tratar de describir el disco a rasgos generales, así que basta de preámbulos.

La pega que tiene el disco es que empieza tan bien que no puede mantener el nivel durante todo el disco. El principio con "It's a rainy day, sunshine girl" es una canción muy inspirada en "I'm waiting for my man" de la citada Velvet Undeground, sólo que más larga, más repetitiva, más enferma... y qué diantres, mejor. Perdónenme la herejía pero así la siento. La base ritmica es ni más ni menos que más de siete minutos de la misma batería ultrasimple que no hace ni un solo redoble. La letra es poco más que repetir el título una y otra vez. El bajo es lineal y monótono. Y es una joya. La clave está en que el ritmo realmente consigue atrapar, y la linea vocal es superpegadiza. Además aparece un riff de guitarra acústica y por ahí algún saxofón que no hacen nada espectacular pero... qué bien queda. Pocas veces en el rock se ha conseguido crear tanto con tan poco. "On the way to Abamae" es una breve pieza de menos de tres minutos de guitarra acústica muy bonita, que si bien a algunos parecerá relleno, para mí está entre las más grandes joyas del disco. La pieza principal es "No harm". De sus diez minutos, se divide en dos partes: los primeros tres se inician como una majestuosa pieza de rock sinfónico, lenta, solemne... algo totalmente atípico de la escena experimental alemana de aquellos tiempos. Entonces, cuando parece que nos hayamos ante una joya monumental que podría competir con canciones de Yes o Genesis, cambia totalmente de repente y se convierte en un feroz rock salvaje, de ritmo rápido y cargado de solos de guitarra, cual si de una jam de Jimi Hendrix se tratara. El sonido que le sacan a la guitarra es bizarrísimo, una distorsión brutal que directamente raspa los tímpanos como la lija. Y la letra... bueno, ya lo escucharéis. Ni que decir tiene que es lo mejor del disco.

"So far" por el contrario tiene una vena más psicodélica. De nuevo encontramos una base repetitiva, con un riff muy blues que no varía en seis minutos. El interés está en la gama de sonidos que desplegan alrededor, con guitarras y teclados. Buena, pero es que comparada con los portentos que la preceden, parece poca cosa. Después recuerdan el infernal debut con "Mamie is blue", una de las canciones más siniestras que he escuchado en mi vida. Lo cierto es que me suena bastnte mejor que gran parte de dicho disco, quizá por tener una base realmente sólida. No es que sea una gran joya, pero en un disco variado como este, se imponía la necesidad de mostrar esta faceta del grupo. De ahí al final la cosa ya varía, siendo ya casi directamente música pretendidamente humorística. Ahí tenemos el dúo "I've got my car and my TV" / "Picnic on a frozen river", que directamente suenan a musica infantil... eso sí, de primera. Las melodías son divertidísimas y el tono general es muy jovial. Más absurda son aún "Me lack space..." / "...in the spirit", que empiezan con una tanda de sonidos absurdos para convertirse en... ¡un tema de cabaret!. Y muy bueno, además. Sí, no es más que una inofensiva viñeta para cerrar el disco, pero suena tan bien que le dan ganas a uno que el resto del disco fuera así. Lo cierto es que este último segmento de disco sólo dura siete minutos, y para muchos será lo menos destacable del disco, pero yo lo encuentro irresistible.

Qué maravilla de disco. A medida que escribía esto lo escuchaba por primera vez en bastate tiempo y no dejaba de descubrir y redescubrir detalles grandiosos. Pues eso, de lo mejor que he escuchado en música vanguardista, experimentalo cualquier de esas etiquetas que a los snobs les gusta de usar casi indistintamente para legitimizar sus gustos. Y yo no es que sea un experto en la materia, pero unos cuantos discos sí que me he escuchado ya.

jueves, 25 de octubre de 2007

CAN - Ege bamyasi (1972)



Desde el mero hecho de ser un grupo alemán con cantante japonés, Can no es un grupo corriente. Fundados en Colonia en 1968, iniciaron su andaza discográfica con el estadounidense Malcolm Mooney a las voces. Este dejaría el grupo tras el debut, y entraría Damo Suzuki a la voz, quien acabaría acaparando gran parte del carisma de Can. Tras "Soundtracks", un disco de canciones que compusieron para bandas sonoras donde había temas cantados tanto por Mooney como por Suzuki, llegó "Tago Mago", el disco clásico de Can por excelencia. Sería una buena opción comentar alguno de esos dos discos, pero lo cierto es que me decanto por el siguiente, "Ege bamyasi". Quizá porque es el primero que escuché, o quizá porque es el que más tuve que trabajarme para poder apreciar y por eso le tengo más cariño... en fin, allá voy.

Tenemos a Holger Czukay al bajo y Michael Karoli a la guitarra, que no son más que un complemento, al sonido del grupo. Sí, están bien en su lugar, pero no hacen nada especialmente interesante, aunque los grooves de bajo de Czukay son irremediablemente molones. Tenemos a irmin Schmidt, teclista, que aporta al grupo algo más. Sus sonidos son a veces muy enigmáticos y ciertamente originales (creo que el mismo creaba sus propios sonidos de teclado). Parece que hablo con desdén de estos tres músicos, pero no, realmente contribuyen al sonido del grupo, y ninguna de sus partes es directamente prescindibles. Lo que pasa, en mi opinión, los protagonistas son otros: en primer lugar, obviamente tenemos a Damo Suzuki, una de mis voces favoritas. Su estilo suele ser alternar entre susurros y griterío histérico, rayando a veces lo ridículo e insoportable, y con su particular timbre va muy bien con la música. El otro es Jaki Liebezeit, batería. Sus ritmos, sus redobles, lo llenan todo. Es un músico muy creativo, muy habil, y además la mezcla del disco favorece notablemente la batería. Si en este disco hay algún miembro totalmente imprescindible, este es Liebezeit. Si tienes especial debilidad por la batería, este es tu disco, no busques más.

"Ege bamyasi" es un disco raro. Frío y cálido a partes iguales, extraña música que nos emociona de manera distinta a otra canciones que simplemente nos transmiten cosas como "amor", "alegría" o "tristeza". Música para entrar en trance e imaginar mundos irreales impregnados de la oscuridad y el pesimismo del mundo urbano actual. Un disco para mentes enfermas, para encerrarse dentro de uno mismo.

El principio del disco es ciertamente hostil: "Pinch" es una canción de 9 mínutos que no varía de ritmo ni parece pasar nada de interesante. Básicamente es escuchar a Liebezeit tocar a su ritmo durante todo el rato, mientras Suzuki susurra cosas ininteligibles. No está mal, pero me parece el tema menos interesante del disco. Hay buenos toques de guitarra y teclado, pero no destacaban mucho, por no hablar de que a veces se hacen inaudibles. Si te pones a escuchar el disco la primera vez y te das cuenta de que no estás familiarizado con cosas así, mejor sáltate la canción y céntrate en el resto del disco, a lo mejor después de escuchar "Pinch" entera no te queda cuerpo par aseguir adelante. Aún así uno puede llegar a disfrutarlo con el tiempo, tomándosela como una especie de macabra y enferma atmósfera. "Sing swan song" es bastante mejor, una especie de balada con melodía enfermiza que posee innegable belleza. Aquí la batería es menos protagonista, y no sabría decir cual de los otros tres instrumentos que acompañan a Damo contribuye más a la construcción del sonido del tema, puesto que es una especie de mezcla perfecta. "One more night" tiene un sonido más amable, dentro de la bizarrez de Can. Su sonido es bastante agradable, pareciéndome en ocasiones el tipo de música que uno esperaría escuchar en un programa de cocina (tonterías mías, no me hagáis caso).

"Vitamin C" la recuerdo como la única canción que me gustaba en las primeras escuchas. Tiene una melodía pegadiza en las estrofas y un riff de bajo que se complementa muy bien con la batería. Lo que realmente hace de este un gran tema es el estribillo, obsesivo y facilmente coreable. Y esa parte melódica de órgano. "Soup" es la pieza central del disco, y también la canción más extraña. Empieza como el típico mantra repetitivo y susurrante de Can, hasta que de repente la canción se pone a rockear, y Suzuki se deja la voz cantando "It's Monday while I write, and better ever laught alright..." (las letras de Can suelen no tener ningún sentido). El mejor momento del disco, para mí. Luego empieza a acelerarse el ritmo y se vuelve ruidosa, pero de alguna manera se las apañara para que no resulte un desastre. El final la última parte ya son ruidos extraños (muy bien logrados, eso sí) sobre los que Suzuki canta/recita de manera teatral con una voz idiota. De nuevo, y más incomprensiblemente aún, está genial. "Soup" me parece lo mejor del disco, aunque entiendo que pueda no ser compartido. Canción obligada si te gusta la música experimental. Para durar diez minutos no se me hace excesivamente larga, quizá porque en el fondo son dos canciones en una.

"I'm so green" es un tema cortito, con ritmo bailable, quizá lo más convencional de este disco. Aquí escuchamos un riff muy rockero, y la melodía que canta Suzuki es incluso comercial. Es un tema mucho más en la onda de "Soundtracks", y un justo y necesario respiro tras la monstruosidad que es "Soup". La última, "Spoon", fue un exitoso single en Alemania. Si bien ciertamente el tema tiene gancho, realmente es increíble pensar que hace unas décadas podía triunfar algo así junto con temás pop y rock más de toda la vida. Si es que nací demasiado tarde.

martes, 16 de octubre de 2007

GÒTIC - Escenes (1978)



1978, mal año para el rock sinfónico. Si además el disco es instrumental, el instrumento principal es la flauta, apenas hay guitarra y el sonido mezcla influencias más clásicas con toques folclóricos catalanes, pues diríase que es un disco condenado desde antes de nacer. "Escenes" es otro de tantos discos de rock sinfónico que no tuvieron una gran fama pero que gracias a la red de redes han podido ser justamente revindicados.

Estamos principalmente ante un disco bonito, un disco que puede no apasionar (no es mi caso), pero que es incapaz de desagradar. Un disco algo tímido, que está claro que no se hizo para reventar las listas de éxitos con un hit contundente, pero que nadie que pueda escucharlo va a sentirse ofendido. Es un disco muy influenciado por Camel, hasta el punto que el disco completo me suena a una explotación del sonido de temas como "Rhayader". La flauta y en menor medida el piano llevan el protagonismo durante practicamente todo el disco y apenas hay guitarras (sólo en tres de los cuatro temas).

Gòtic son Rafael Escoté al bajo, Jordi Martí a la batería, Jep Nuix con la flauta y el piccolo, Jordi Vilaprinyó a los teclados, Josep Albert Cubero a las guitarras y Jordi Vidal se encarga de los efectos (no sé a qué se refieren). Colabora Jordi Codina a la guitarra acústica en el último tema.

"Escenes de la terra en festa y de la mar en calma" (precioso título por cierto) resume en sus cuatro minutos lo que va a ser el disco. Tiene un inicio movidito con un muy buen ritmo de batería, así como partes más calmadas, incluso puramente atmosféricas, donde aparecen pianos y melotrones. La melodía de flauta en todo momento lleva la batuta de forma magistral. "Imprompt I" por el contrario es una canción más jazz-rock, a la Gòtic, eso sí, más oscura y agresiva que la anterior. También podemos encontrar un buenísimo solo de guitarra eléctrica. "Jocs d'ocells" es una canción más tranquila que por momentos me recuerda a la faceta más amable del sonido Canterbury. El juego entre piano y flauta es sensacional, y en un segundo plano el bajo hace una línea de lo más interesante. "La revolució" por el contrario es todo jolgorio, tras una apacible introducción. Es el tema más folk del disco y no nos cuesta imaginarnos en los actos de algún pequeño pueblo el día de la fiesta patronal. Eso sí, a ritmo de rock sinfónico.

Los tres últimos temas son para mí los mejores. "Dança d'Estiu" se basa en una base ritmica bastante poderosa que nuevamente le da un regusto jazz a la música. La flauta aquí suena casi onírica, y el bajo está realmente sobresaliente, llevando en algún momento la melodía principal. "I tu que ho veies tot tan fàcil" empieza con unos misteriosos rasgueos de guitarra acústica y melotrón que suenan cieramente misteriosos y lúgubres, pero pronto aparece la flauta para volver a la tónica habitual del disco, eso sí, con un toque de melancolía, oscuridad e incluso epicismo en la alegre melodía. En cierto momento hay un dramático parón y Cubero se marca un breve arranque de guitarra a lo Gilmour que ojalá durara más. Todo para terminar de nuevo con un arranque de maravilloso folk festivo, esta vez alternando las melodías de flauta con las de teclado, de forma maravillosa.

Lo mejor queda para el final, "Història d'una gota d'aigua", una de las más preciosas composiciones del rock progresivo. Se inicia con una sugerente gitarra acústica acompañada por la flauta que tras unos tres minutos da entrada a una base de teclados sobre la que suena una vibrante guitarra eléctrica y de nuevo, la omnipresente flauta, siendo el momento más Camel del disco. Una verdadera maravilla que no pasa de ser, aún así, introducción a lo realmente grande, el mejor momento del disco. Pasados unos cinco minutos, flauta empieza a tocar una melodía bellísima que repite una y otra vez. A su alrededor, cual si dicha melodía invocara un hechizo, todo crece. El piano, la batería, el bajo, las guitarras... todo. Durante los últimos cinco minutos apenas varía la melodía principal, pero observar como aumenta en intensidad todo lo que la rodea es una experiencia espiritual, un verdadero orgasmo auditivo. Y cuando la canción sabe que ya no conviene que siga aumentando en pomposidad... se acaba, de forma apoteósica, emotiva...

Pues lo dicho, una maravilla de disco, de los mejores grabados en España, y una pequeña joya olvidada del rock progresivo. Si te gustan Camel y/o Genesis y disfrutas especialmente los pasajes con flauta, este disco es para ti. O si simplemente buscas un disco que sirva tanto como para ponertelo de fondo y relajarte, como para escucharlo atentamente y descubrir nuevos detalles.