viernes, 28 de marzo de 2008

THE BEACH BOYS - Surf's Up (1971)


Ésta es una reseña de alguien a quien no le gustan los Beach Boys y que no consigue que el “Pet Sounds” no se le haga aburrido por mucho que lo reescuche atentamente. Los Beach Boys para mí eran otro de esos grupos alabados y respetados por gente con gustos musicales parecidos a los míos pero a los que yo particularmente no les veía la puñetera gracia (aunque reconozco su mérito).
Y sin embargo, a diferencia de otras obras suyas, este disco me encandiló al instante. Un disco que conocerán prácticamente sólo sus fans y que vió la luz en una época en que el grupo estaba cada vez más olvidado y en un peligroso proceso de decadencia.

La portada refleja perfectamente su contenido. Los felices Beach Boys surferos hace ya años que desaparecieron (si es que alguna vez llegaron a existir realmente) para dar paso a una banda que afronta el momento más duro de su carrera con unas ventas escasas y crisis internas. Por aquel entonces el líder de la banda, Brian Wilson, se encontraba literalmente hundido viviendo aislado del mundo, deprimido y consumiendo cocaína compulsivamente. Sin él llevando las riendas, el grupo parecía estar sentenciado. Pero afortunadamente esta difícil situación en lugar de hundirlos sirvió para que el resto de componentes pudieran demostrar sus talentos ocultos contribuyendo todos a la composición de forma más repartida.

“Surf’s Up” es un disco que desprende melancolía y tristeza en todos sus surcos, una obra que refleja perfectamente el delicado estado en que se encontraban sus autores. No es uno de esos discos trágicos que te hunden en la miseria, sino que más bien deja intuir ese sentimiento de tristeza a través de sus exquisitas y bellas melodías de pop, lo cual le da cierta atmósfera que a mí se me hizo irresistible desde el primer momento.

El inicio se trata de un tema de irónico título tratándose de unos tipos que se hacen llamar Beach Boys: “Don’t Go Near The Water”, una muy buena canción de pop con ciertos toques psicodélicos (esas voces distorsionadas por ejemplo). Le sigue una de las grandes joyas del disco: “Long Promised Road”, un tema que recuerda mucho a los Beach Boys clásicos con esos magníficos juegos vocales y una melodía irresistible.
“Take A Load Off You Feet” es un tema menor más sencillo pero muy agradable, y la tranquila balada “Disney Girls (1957)” recupera totalmente el sentimiento de melancolía del disco.

El único paréntesis del disco es el potente y pegadizo rock ‘n’ roll “Student Demonstration Time”, una versión que rompe con el estilo del resto de temas y que a mí personalmente no me molesta aunque rompa con la atmósfera del resto de la obra.
Otro de los puntos álgidos vuelve a ser obra de Carl Wilson: “Feel Flows”, un tema que empieza con una sencilla melodía y acaba desembocando en una alucinante parte instrumental con flauta y saxofon incluídos. A continuación, “Looking At Tomorrow” opta por volver a la sencillez sirviéndose únicamente de la guitarra y las voces, muy en la línea del anterior “Take A Load Off You Feet” (ambas de Al Jardine) pero con cierto toque misterioso.

Sin embargo, aunque lo que llevamos hasta ahora mantiene un gran nivel, lo mejor llega al final con lo que para mí son indiscutiblemente las tres mejores canciones. Las tres joyas del malogrado Brian Wilson son lo que hacen que este disco, hasta ahora muy bueno, sea mágico y memorable. Son el punto que le faltaba para que pase de ser simplemente un gran disco a tener algo especial y único. Porque no sólo son grandes temas sino que además reflejan su delicado estado emocional y psicológico de una forma magistral.
El primero es “A Day In The Life Of A Tree”, el único de los tres compuesto para aparecer expresamente en esta obra. Se abre con un imponente órgano que le da cierto toque solemne y poco a poco va desembocando en una melodía más infantil que luego se funde excelentemente de nuevo con el órgano.
“Till I Die” desde su mismo título es el tema más oscuro del disco dominado de nuevo por el órgano y unas melodías vocales que aquí adquieren un escalofriante matiz tenebroso. Aunque ya llevaba tiempo compuesta, se descartó de los discos anteriores por ser demasiado pesimista.
Y para acabar, la joya de la corona, la obra maestra del disco: “Surf’s Up”. Aunque se compuso en las sesiones del fallido proyecto “Smile” no sería hasta cinco años más tarde cuando vería la luz. Se trata de una canción pop repleta de miles de pequeños detalles que comienza con una delicada melodía cantada excelentemente por Carl. A continuación le sucede su hermano Brian interpretando acompañado sólo por el piano otras melodías totalmente diferentes escapando por completo a la estructura convencional de canción pop. Esta parte de la canción en que aparece Brian Wilson es un momento de una extraña belleza mágica y cautivadora que me pone los pelos de punta, uno de esos instantes especiales que hacen de una canción algo único. Colosal. Preciosa. Es sin duda el final perfecto para un disco injustamente olvidado en la extensa discografía de los Beach Boys.

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